POR GUILLERMO FERNÁNDEZ AMPIÉ * / MEXICO
El balotaje realizado el pasado 6 de junio para decidir quién gobernará el Perú durante los siguientes cinco años ofrece varias lecciones sobre la democracia y la realidad social latinoamericana que ciudadanos y estudiosos de la región deben tener en cuenta.
La primera es que nuevamente se ha expresado el clamor de modificar el modelo económico y social impuesto en las últimas décadas, que contrario a sus promesas ha ampliado la brecha entre pobres y ricos, multiplicando el número de los primeros a la vez que permite mayor concentración de riqueza y poder en muy pocas manos.
Otro llamado de atención tiene que ver con la inconfundible voluntad que han expresado los sectores rurales perjudicados por los tratados de libre comercio que también se publicitaron como la panacea que lograría la creación de países prósperos, en los que los ciudadanos alcanzarían un bienestar material como se ve en la publicidad y las películas estadounidenses. La realidad ha sido otra, y muy contraria. El campesinado y las comunidades descendientes de los pueblos originarios han sido empujados cada vez más al borde del precipicio por una competencia desleal y por la falta de apoyo para sus actividades productivas.
Una tercera lección tiene que ver con el rechazo a la minería que sin el menor reparo destruye el medio ambiente y las condiciones de vida de las comunidades donde opera. Según los datos oficiales de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), en las regiones en donde existen conflictos con empresas mineras, alrededor de un 90% de los votantes, en promedio, favoreció a Pedro Castillo, el candidato que entre sus propuestas electorales ha abogado por un mayor control y regularización de estas empresas. Esa alta votación contra la actividad minera indiscriminada es un mandato popular que el candidato de Perú Libre deberá atender si finalmente es ratificada, como se espera, su victoria electoral.
Vinculado a esto, la radical contraposición entre las zonas rurales, por mucho mayoritarias a favor del Partido de Castillo, y las grandes ciudades que favorecieron a Fuerza Popular, la agrupación de Keiko Fujimori, también revela la necesidad de modificar el modelo de Estado y de Nación que se ha construido en Perú, y que es común al resto de países latinoamericanos, desde los días de la independencia de la corona española, hace ya doscientos años. Los votantes del campo están diciendo que es hora de modificar ese modelo que parece pensado para favorecer intereses extranjeros antes que a la población local. Por esto mismo también se ha insinuado la posibilidad de impulsar una constituyente para crear una nueva Carta Magna Peruana, siguiendo en este sentido el camino emprendido por el pueblo chileno.
Los resultados hasta ahora conocidos también han sacado a flote los aspectos más negativos y deleznables que caracterizan a la sociedad peruana, como el racismo y el desprecio a la población campesina y de origen indígena. Tan pronto como surgieron las primeras cifras que mostraban el apoyo que estos dieron al Partido Perú Libre, en redes sociales comenzaron a publicarse mensajes que calificaban a los votantes de Pedro Castillo como “indios brutos” y “gente ignorante” que “no sabe qué es el progreso ni lo que le conviene al Perú”. El propio Castillo ha sido denostado como “un campesino apestoso”.
La tendencia favorable a Castillo también ha revelado la verdadera cara de los sectores y grupos económicos que se dicen democráticos, pero que reniegan y cuestionan los procesos electorales cuando estos no favorecen a sus candidatos ni a sus intereses. Una primera manifestación de esto fueron las declaraciones de Keiko Fujimori, la candidata neoliberal que ya se perfila como perdedora, al insinuar que el virtual triunfo de Castillo es una burla a la voluntad de los electores peruanos. Otra fueron las declaraciones de políticos y exmilitares que han amenazado, de forma no muy velada, con la posibilidad de un Golpe de Estado si Castillo cumple sus promesas electorales de cambiar el rumbo de ese modelo económico que no beneficia a la mayoría de los peruanos y peruanas de a pie.
Otra importante lección puede extraerse de los medios de comunicación vinculados a los grandes empresarios. Primero contribuyeron a la polarización política al alarmar a la población sobre los peligros del comunismo que supuestamente representa Castillo. Y ahora, ante el agonizante conteo de votos, se han dado a la tarea de promover un ambiente de inestabilidad. De confirmarse la victoria de Castillo, afirmaba una presentadora de noticias, “muchas personas se verán obligadas a sacar sus ahorros de los bancos y trasladarlos a otros países”. Otro aseguraba que la tarea más importante que debe enfrentar el próximo mandatario es “tranquilizar al mercado”. Los más alarmistas profetizan que Perú vivirá una situación similar a la de Venezuela (sin mencionar, por supuesto, que la crisis que viven los venezolanos se deben a las sanciones económicas impuestas Estados Unidos y Europa). ¿Será que ese terror sicológico forma parte de la libre expresión y la democracia?
*Guillermo Fernández Ampié es un periodista nicaragüense con doctorado en Estudios Latinoamericanos, quien actualmente es catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).