Arrestan en la alcaldía de Toronto a activista que protestaba contra el gobierno de México

andromedadiazarrestoOSCAR VIGIL / TORONTO
Andrómeda Díaz es una activista de los derechos humanos muy conocida en la comunidad hispana de Toronto. Su amor por el arte y su rechazo frontal a los asesinatos en su natal México la definen perfectamente. El domingo pasado, sin embargo, probó los límites del derecho a protestar en este su nuevo país. El saldo: cargos por asalto, resistencia al arresto y prohibición de pisar las instalaciones de la Alcaldía de Toronto durante un año.

Todo era diversión y alegría. En el escenario, el cantautor Jaime Elizondo deleitaba a la audiencia con música ranchera, y justo cantaba la canción “Mátalas”, de Vicente Fernández, cuando se escuchó la conmoción que venía desde la azotea del edificio de la municipalidad.

Abajo, en la tarima del Nathan Phillips Square, Elizondo cantaba: “Mátalas, Con una sobredosis de ternura, Asfíxialas, con besos y dulzuras, Contágialas, de todas tus locuras”, mientras arriba, en la terraza, Andrómeda Díaz, una mexicana que había llegado al lugar para exigir justicia por las desapariciones y asesinatos que están ocurriendo en su país de origen, pedía auxilio.

Fueron momentos de tensión, de forcejeos y de emociones exaltadas. Sin embargo, la música que amenizaba la celebración del Día de la Independencia de México, con el apoyo del Consulado de México en Toronto, en ningún momento se detuvo.

“Yo vine al City Hall para protestar, para pedir justicia, paz y alto a la impunidad, ya es demasiado abuso”, dijo Andrómeda Díaz

Andrómeda y un grupo de amigos llegaron a la azotea de la municipalidad a las tres de la tarde para realizar una presentación de danza azteca durante la iza de la Whipala, la bandera multicolor de los grupos originarios de América del Sur.

Luego de la ceremonia andina, se dirigieron a la zona frente al escenario donde se celebraba la intendencia de México y colgaron desde la azotea una pancarta donde denunciaban la impunidad que se vive en México y exigían al gobierno que aplicara justicia. Hasta ahí todo bien, acciones similares las habían hecho años anteriores y no había habido ningún problema.

Sin embargo, a los pocos minutos llegaron dos agentes de seguridad de la alcaldía y empezaron a remover la pancarta. Andrómeda se acercó a ellas y les pidió que le dieran la pancarta, que era de ella y que se la iba a llevar. Y lo que comenzó como una pequeña discusión sobre la propiedad de la pancarta y el derecho a protestar en lugares públicos, comenzó a escalar cuando las agentes de seguridad dejaron caer la pancarta desde el segundo piso y Andrómeda reclamó por ese hecho.

Las tensiones subieron y en un momento dado una de las agentes de seguridad tomó por el brazo a Andrómeda, ella trató de soltarse y la cosa empeoró. Ahora eran las dos agentes las que habían tomado por los brazos a la activista mexicana y trataban de forzarla para colocarle las esposas.

Los amigos de Andrómeda se acercaron al tumulto tratando de interceder para que la dejaran libre, sin embargo, el enfrentamiento verbal y el forcejeo entre las agentes y la capturada aumentaba en lugar de disminuir. Llegó un tercer guardia de seguridad, le lograron colocar las esposas, una de las guardias le leyó sus derechos y la introdujeron al edificio municipal.

Minutos después llegó la policía y comenzó el interrogatorio lejos de la vista de activistas, medios de comunicación y amigos de Andrómeda. En un momento, un oficial salió a hablar con el grupo, todo mundo pedía calma y los oficiales trataban de explicar cuáles eran los límites de una protesta.

“Este es un lugar público, podemos protestar libremente”, le reclamó uno del grupo. “Si, pero tienen que solicitar permiso con anticipación”, le contestó el oficial. Luego, dijo que lo más probable era que a Andrómeda la iban a dejar ir libre, pero probablemente recibiría cargos.

Más de una hora había pasado ya desde el momento en que comenzó el tumulto, cuando dos oficiales de la policía salieron del edificio y dijeron que la activista había sido puesta en libertad pero que había salido por la puerta lateral del edificio. Sus amigos fueron a su encuentro, a preguntarle cómo estaba y qué había sucedido.

“Me pusieron cargos de asalto, que me resistí al arresto y no puedo venir a City Hall por un año. Tengo que ir a Corte en Noviembre”, dijo Andrómeda.

A la pregunta de si valió la pena la acción, dijo que esperaba que sí valiera la pena, porque “en México hay demasiada violencia, demasiada impunidad, siete mujeres mueren diariamente y el gobierno no hace nada. Eso lo dio a conocer la ONU hace diez años, antes eran seis mujeres ahora ya son siete diarias y el número va aumentando. Todas estas nuevas reformas del gobierno que tenemos está entregando el país a la venta, a la destrucción, a la minería, así como en otros países del sur ya ha destruido y ha dejado ya sus tierras muertas, pues ahora van a hacer lo mismo con México, nos van a entubar el ‘fracking’ y todo eso que lo que está ocasionando es que maten campesinos a los que les quitan sus tierras, a los que los corren”.

“Tenemos un narco gobierno, es un gobierno coludido con el narcotráfico y juntos están matando al pueblo de México, lo tienen en pobreza y en un sistema de terror y sin educación, que eso es lo que les permite seguir con esto. Son ochenta años con el mismo gobierno, es una dictadura que está acabando con el bienestar del pueblo de México que es inmensamente rico en su tierra, pero su gente está muy pobre”, dijo, mientras al fondo continuaban sonando las rancheras de Vicente Fernández, esta vez a cargo de mariachis.