EK & RB / TORONTO /
“Reloj no marques las horas, porque voy a enloquecer. Ella se ira para siempre, cuando amanezca otra vez…”
Así comienza el bolero favorito de Alejandra Valiente, con quien conversamos hoy. Para ella las horas han pasado demasiado rápido. Claro, es una cuestión subjetiva. Es que Alejandra siempre ha hecho mucho. Es de esas mujeres inquietas, fuertes, sensibles, madrazas, apasionadas por todo lo que emprende.
Alejandra se deja ver con la elegancia que solamente las bailarinas poseen. Algo natural en ella. Es que con tan sólo once años Ale comenzó su carrera en la Escuela Nacional de Danza de México. A los veinte se titularía con la licenciatura de maestra de danza clásica.
Fue la arrogancia del medio lo que frustró su sueño de seguir la carrera de bailarina clásica. Por no poseer el cuerpo ideal de bailarina, en la academia la “invitaron” a continuar la vertiente que la convertiría en profesora de ballet.
Con mas resignación que entusiasmo y bajo la presión de su familia, Ale aceptó la oferta. A fin de cuentas, estaba en la mejor escuela del país. Estudió luego técnica rusa con Farahilda Sevilla, toda una institución en el México de ese entonces.
Trabajó en una compañía de ballet neoclásico y folklore europeo como bailarina, coreógrafa, stage manager, vestuarista, … Aprendió el oficio haciéndolo todo.
En un acto de rebeldía, un estilo con el que Alejandra se identifica constantemente, dejó la plaza permanente en la Academia de la Danza Mexicana en donde enseñaba. Una posición que sin ninguna dudad le hubiese provisto bienestar y seguridad económica de por vida.
Ale prefirió una vez más seguir por la vía de sus deseos e incursionar en la comedia musical. Su primer trabajo fue un papel en CATS. Siguieron otras grandes producciones. Giras, entrenamientos rigurosos y el descubrimiento de su talentosa voz, alternaban con su rol de madre. Se convirtió también por ese entonces en exitosa empresaria de eventos y espectáculos.
Ale proviene de un hogar de padres estrictos pero cariñosos. El padre, fallecido hace 17 años, solía dormir a Alejandra y a sus tres hermanas acariciándoles el cabello. La madre y las tres hermanas continúan siendo muy unidas, incluso a la distancia.
En 2003, junto al padre de sus hijos, decidieron venir los cuatro a Canadá. La lejanía de su madre y sus hermanas; la pérdida inicial del estatus social y económico; los niños pequeños; tener que demostrar todo lo que sabe nuevamente, fueron algunos de los factores que precipitaron la separación de su primer marido.
Alejandra hoy comparte su vida con sus hijos Luis Genaro y Andrés, su esposo Pato y las dos hijas de él, Alysson y Nichole. Confiesa que el amor de todos ellos son su sostén e inspiración.
Niñas, mujeres grandes, chicas con diferentes tipos de capacidades, Ale es adorada por todas sus alumnas. Es una profesora estricta. Pero también es generosa y paciente. Conoce a la perfección las capacidades y limitaciones de cada bailarina. No importa si el objetivo es bailar profesionalmente o fantasear con el Bolshoi a los cuarenta mientras los niños duermen en casa. Ella enseña con la misma pasión.
Ale dice no tener miedo a nada. Emprendedora y ambiciosa con sus sueños, afirma que su mejor estrategia es seguir adelante. Será tal vez por eso que parece estar a la altura de las circunstancias de su apellido