EK & RB / TORONTO /
Con sólo tres años, inmersa en un mundo en donde la violencia externa cedía para dar lugar a la imaginación y el juego, ella dejó atrás el invierno duro y llegó a un invierno crudo.
Con la nostalgia de un idioma de infancia transmitido a sus hijos, hoy nos toca charlar con Alejandra Bravo, una mujer que en 1974 emigró del Chile convulsionado a Canadá. Un exilio inentendible para una niña, e inevitable para salvar la vida de sus padres. Tres años más tarde se concretaría un regreso lleno de ilusiones, que duraría muy poco. Definitivamente Chile no volvería a ser por mucho tiempo un lugar seguro para que su familia se instalara.
En el ’82, nuevamente en Toronto, Alejandra comenzó a forjar casi involuntariamente un gran sentido de desarraigo. Una vez que pudo realmente sentir que vivía en Canadá fue que se comprometió por primera vez con el país que la había acogido.
Alejandra sitúa su comienzo político cuando era estudiante de secundaria. Su trabajo solidario en el movimiento estudiantil anti racial dejaría un sello para siempre en su camino en la política. Luego, su pasión cada vez más notoria en la lucha por el salario mínimo y las deportaciones. También, aún muy joven, devendría el nexo esencial entre la comunidad y los sindicatos.
Tomó muy en serio la alta tasa de deserción escolar en la comunidad hispana y trabajó fuertemente para intentar reducirla. Ha golpeado infinidad de puertas de los vecinos del Ward 17 – el distrito electoral, en las campañas políticas del NDP. Ha sido asesora de candidatos y ella misma se ha presentado como candidata.
Su voz progresista ostenta la pasión por la política más pura. Aquella que desborda entusiasmo por los logros colectivos y el bienestar de la sociedad. Capaz y audaz, Alejandra se dedica desde el 2015 a formar líderes. Como directora de liderazgo a nivel nacional se compromete para alcanzar al máximo el ideal de igualdad y justicia social.
Se apasiona por cada tarea que debe desenvolver. Por eso ha aprendido italiano, francés y portugués, así puede trabajar con sus vecinos derribando las barreras del idioma. Le encanta la estrategia política. Con su calidez e interés por el bien común, Alejandra ayuda a los candidatos a transmitir los valores a través de sus logros sociales.
Su mayor interés hoy reside en poder consolidar un sistema de liderazgo progresista en Canadá, que tenga alcance a las bases para así poder escuchar a las voces marginadas. Hacer visibles a los invisibles y continuar con los logros.
Alejandra sin duda posee un carisma que contagia. Su oposición al conformismo social y su compromiso por mantener y ampliar los logros obtenidos en la sociedad canadiense, son temas recurrentes en nuestra charla en un pequeño y pintoresco café de su barrio. Durante estas dos horas nos hemos sentido transportados a la ciudad que cobijó nuestro despertar al mundo. A esas charlas apasionadas de café, en donde podemos hablar de política, sexo religión o cualquier otro tema con los amigos de toda la vida.
El escribir estas líneas sobre Alejandra, obliga a la reflexión acerca de cómo la participación de cada uno de nosotros en lo cotidiano, puede realmente hacer una diferencia.