Ahora casarse ya no es “la vía más fácil” para poder obtener la residencia permanente en Canadá

Por Vilma Filici
vilma@filici.com

Toronto. El viernes pasado el Ministro de Ciudadanía e Inmigración, Jason Kenney, acompañado por la Asociación de Personas Defraudadas por sus Esposos o Esposas, hizo un anuncio diciendo que, con efecto inmediato, las personas que llegan a Canadá por medio de un patrocinio de esposo o esposa no podrán patrocinar a otro esposo o esposa durante un periodo de cinco años a partir del momento que la persona patrocinada llegó a Canadá con su residencia permanente.
Este es un cambio importante en la ley y es parte de una serie de cambios que se van a ir dando periódicamente, ya que este ministro nos está presentando nuevas leyes prácticamente todas las semanas, y todo parece indicar que este es el primer cambio del programa de matrimonio en una serie  de cambios cuya intención es parar los matrimonios fraudulentos.

Hay que entender que un matrimonio fraudulento es aquel que ha sido realizado solamente para poder obtener la residencia permanente en Canadá, y definitivamente en los últimos años ha habido muchísimos casos de este tipo. Nosotros en esta columna de hecho hemos reportado algunos de estos casos a través de los años, de personas que fingen enamorarse de un ciudadano canadiense o residente permanente simplemente para poder obtener la residencia permanente, y que al llegar  a Canadá viven con su pareja hasta que les llega la tarjeta de residencia permanente y luego se desaparecen.

En algunos casos incluso han sido reportadas  personas que ni siquiera esperaron a obtener la tarjeta de residencia permanente si no que desde el mismo aeropuerto se desaparecieron y el patrocinador nunca volvió a verlos.

Obviamente que el ciudadano canadiense o residente permanente que patrocinó a esta persona sufre una serie de complicaciones emocionales, pero también financieras dado que como patrocinador tiene la responsabilidad de proveer las necesidades básicas para su esposo o esposa durante un periodo de tres años. En este sentido, si esta persona pide asistencia social, el ciudadano canadiense o residente permanente que patrocinó es responsable del dinero que el Departamento de Servicios Sociales le da al patrocinado, y el gobierno obviamente va a pretender que el patrocinador devuelva ese dinero dado que para poder patrocinar a su pareja firmó un contrato comprometiéndose en mantener al esposo o esposa que estaba patrocinando durante ese periodo de tres años.

El abuso ha llegado a tal punto que incluso se formó una asociación que cabildeó con el gobierno para que se hicieran cambios radicales al proceso de  patrocinio de esposos o esposas, y así tratar de parar el fraude que se estaba cometiendo y que ha hecho sufrir a muchísimos canadiense y residentes permanentes en este país.

Realmente esta primera medida puede funcionar muy bien en situaciones donde la persona que viene a Canadá tiene una relación previa en su país de origen, o está casado, y rompe esa relación, se casa con una ciudadana canadiense o residente permanente y viene a Canadá por medio de ese patrocinio, pero después de llegar aquí se separa, se divorcia, y patrocina a la persona que dejó en su país de origen.
Y va a funcionar porque obviamente, si ahora van a tener que esperar cinco años (que en realidad va a ser mas de cinco años porque hay que tomar en cuenta todo el tiempo de procesamiento del divorcio, etc.), esto va a frenar que las personas que se encuentran con una relación previa usen a un ciudadano canadiense o residente permanente sólo para llegar a Canadá y obtener su residencia.

Pero también, para las personas que no tienen una relación en el país de origen y por tanto no tienen la intención de patrocinar a nadie, esta medida no las afecta para nada, a menos que se enamoren después de una persona de su país de origen y la quieran traer a Canadá.

Pero parte del anuncio que ha hecho el Ministro Kenney es que ésta es la primera de una serie de medidas, y que va a haber otros cambios que van a truncar la comisión de fraude a personas que sean solteras y que no tengan otra relación previa, y que del mismo modo quieran burlar el sistema de inmigración por medio del patrocinio a través de matrimonio.

Uno de estos cambios que todavía no se ha anunciado para implementar pero que está en camino, será el cambio de que a las personas que sean patrocinadas por esposos o esposas no se les va a dar la residencia permanente de inmediato sino que se les va a otorgar una visa de residente condicional, y la condición es que vivan con el patrocinador durante un periodo de dos años y que al final de los dos años la pareja se presente al Departamento de Inmigración y demuestre que ha convivido durante esos dos años. En ese momento se les quitaría la condición y la persona obtendría definitivamente su residencia permanente en el país.

En estos momentos hay un fuerte debate en torno a estas medidas, sin embargo, si una persona está en un matrimonio real no le va a importar que no pueda patrocinar a nadie durante cinco años dado que la idea es estar con su pareja de por vida, o hasta que el divorcio los separe pero no por el motivo de que el matrimonio no fue real.

Además, si una persona viene con una visa condicional y el matrimonio es real, la visa condicional de todas maneras le dará derecho a trabajar, a estudiar, le dará seguro de salud, es decir le dará todos los beneficios de residente permanente, excepto que es una visa condicional. Podrá viajar y regresar a Canadá cuando quiera.

Definitivamente que entonces esta medida no va a afectar a las personas que hayan entrado en relaciones con la intención real de formar una familia y vivir con el patrocinador, pero sí va a frenar a las personas cuyas intenciones no sean loables.

En resumen, la medida, aunque es polémica, va a detener en alguna medida parte de los abusos que personas inescrupulosas están cometiendo en contra de ciudadanos canadiense y residentes permanentes, a quienes engañan haciéndoles ver que los aman, se casan con ellos, obtienen la residencia permanente y luego los dejan abandonados con el consiguiente dolor y sufrimiento emocional que esto implica, así como también muchas veces con graves déficits económicos producto de todo el costo monetario que conlleva el proceso legal que se ha requerido para poder traerlos al país.

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