POR GILBERTO ROGEL* / TORONTO /
La corrupción, la intolerancia, los atropellos a los derechos humanos y la ingobernabilidad quizás son los principales temas en nuestros países de origen y de cierta forma o manera acaparan nuestra atención política; sin embargo, ahora es necesario olvidarse o dejar esos problemas a un lado y mirar más cerca, y cuando digo cerca me refiero a nuestra nueva sociedad, a este gran país que es Canadá y donde vivimos nuestra nueva vida.
A pocos días de elegir un nuevo parlamento federal y sus 338 miembros, todavía muchas y muchos de nuestros compatriotas siguen sin entender cómo funciona el sistema electoral, sus ventajas, desventajas y diferencias con nuestros países. En primer lugar hay que destacar que el sistema político canadiense es un sistema parlamentario, el cual es distinto al modelo presidencialista prevaleciente en la mayoría de los países de Latino América.
Como es la regla en el sistema parlamentario, cuando usted vota por un determinado partido usted no está votando literalmente por un primer ministro, sino que lo está haciendo por la o el representante de ese partido en su distrito electoral. En palabras más técnicas, usted elige un Miembro del Parlamento Federal (o un Diputado Federal), y el partido político que logra ganar más asientos (o más representantes) en el Parlamento designa al nuevo Primer Ministro, quien es el líder de dicha organización política.
A diferencia de nuestros países, acá la o el representante local debe sudar la camiseta y recorrer la zona, tocando puertas y hablando con las y los electores para convencerlos que es la persona correcta para ser su representante ante el Parlamento federal (o provincial, dependiendo de la elección) y por ello les pide que le den su voto.
Recientemente escuchaba como un amigo comentaba su experiencia cuando fue voluntario en la última campaña política federal. Uno de sus primeros asombros fue ver a la candidata echar la gota gorda y caminar junto a un pequeño grupo de voluntarias y voluntarios tocando las puertas de muchas casas de su distrito electoral.
A excepción de los principales líderes de los partidos políticos que buscan dirigir el nuevo gobierno, en los distritos electorales no vemos grandes mítines o concentraciones de simpatizantes. Por el contrario, en suelo canadiense la política partidista es local, y en los distintos distritos electorales la regla no escrita es que la o el candidato generalmente es un profesional notable, una lideresa comunitaria, alguien con mucho arraigo familiar en el barrio o la zona y conocido por su desempeño en ciertas áreas sociales, y son ellas y ellos los que son buscados por los partidos políticos.
Tremenda diferencia con lo que ocurre en nuestros países de origen, en donde vemos a lideresas y líderes políticos envalentonados a no rendir cuentas de sus actos ante las y los electores por el simple hecho de considerarse como una clase especial intocable e inamovible.
Si usted amiga o amigo está comenzando a pensar que este sistema político es el mejor que lo que conocemos, déjeme decirle que quizás esté equivocada, este sistema electoral también tiene muchos vacíos e incongruencias, también los líderes políticos y sus círculos cercanos ocupan estrategias bajas y oscuras, también hay ataques personales, descalificación del oponente no por sus principios ideológicos sino por razones ajenas a su desempeño profesional, también se sacan los trapos sucios y nunca faltan las medias verdades o la tergiversación de la verdad, como es costumbre sabida todas y todos buscan el poder y quieren quedarse ahí por mucho tiempo.
Pese a todo ello, este es el mejor momento para demostrar que nuestras comunidades Latinoamericanas nos queremos involucrar más en la vida política. En los últimos años hemos visto como en cada elección hay más candidatas y candidatos latinos queriendo ser electos y sin lugar a duda este es un signo esperanzador, falta mucho camino que recorrer, pero hay esperanzas.
Por ello, en esta nueva elección, usted amiga o amigo que tiene el privilegio de ser ciudadano canadiense ejerza su derecho de votar y haga que las instituciones democráticas sigan funcionando, demande que las y los nuevos diputados federales rindan cuentas de su trabajo; y sobre todo, tenga presente que su voto es valioso como el de cualquier otra persona.
Si en nuestros países de origen votamos en medio de las balas, esperamos horas en las filas y nuestros políticos son mentirosos, demagogos y sinvergüenzas, ¿por qué no lo vamos a hacer acá en esta sociedad? Haga su parte y fortalezca la democracia canadiense.
*Gilberto Rogel es un periodista de origen salvadoreño radicado en Toronto, quien se especializa en temas de libertad de expresión en América Latina.