POR GILBERTO ROGEL* / TORONTO /
Una vez más el Primer Ministro Liberal Justin Trudeau parece haber ganado otra batalla política contra sus oponentes y de paso ha logrado mantenerse en el poder sin ir a una elección que nadie quiere, con una jugada estratégica: la presentación de un bondadoso y ambicioso presupuesto fiscal del país para los próximos años, con lo cual deja atrás a sus rivales, quienes seguirán soñando con llevar las riendas del país.
Para muchos latinoamericanos que vivimos en esta nación, la presentación del presupuesto del país podría no representar mayor importancia; sin embargo, déjeme decirle que es una gran responsabilidad de todo canadiense saber cómo nuestro gobierno pretende gastar, o mejor dicho invertir, miles de millones de dólares y también como buscará recuperarlos; en otras palabras, cómo nos pasarán la factura con nuevos impuestos en un futuro cercano o lejano.
Por ello, cuando la Ministra de Finanzas Chrystia Freeland se puso de pie en la sede del Parlamento Federal, de inmediato entró en la historia de este país al ser la primera mujer canadiense en alcanzar este momento. Paralelamente, el Partido Liberal echaba a rodar toda su maquinaria política electoral, algo que en el transcurso de los últimos años ha ido puliendo y perfeccionando como un reloj recién salido del taller de un habilidoso joyero.
Todos los medios de comunicación del país, sin ninguna excepción, destacaron el hecho del presupuesto con rostro y enfoque feminista lidereado por la diputada Freeland, y con ello las nuevas promesas gubernamentales, entre las principales un nuevo sistema de guarderías (que entrará en vigencia en los próximos años), un multimillonario esfuerzo para combatir el cambio climático y aportarle a la energía verde ( con lo cual le asesta otro duro golpe al Partido Conservador), mucho más dinero para seguir atacando los efectos del COVID 19, otros miles de millones para la etapa de reconstrucción luego de la pandemia, y muchas más.
De inmediato el Partido Liberal mandó a todas y todos sus diputados, principalmente aquellos con origen étnico, a divulgar las noticias por todos lados. Como parte de este avance fue notorio ver como dos ministras federales, quienes hablan el idioma español, participaron en el programa radial “Debate Radio” (Domingos 11:00am en el 91.9 FM), en el cual alabaron el enfoque de este presupuesto y prometieron que los resultados llegarán a todas las comunidades residentes en suelo canadiense.
Fieles a las directrices oficiales, ambas ministras insistieron que la población canadiense está demasiada cansada con la pandemia y sus efectos, y por lo tanto nadie quiere meterse a una elección nacional que provocaría más desgaste que beneficios. Sin discusión el argumento es más que valedero, ya que lo que la población quiere y necesita en este momento es salir de la pandemia con salud y con salarios que por lo menos alcancen para pagar las tarjetas y los recibos.
Pero bien, ¿y cuál es el papel de la oposición federal? Como lo dijimos al inicio de este artículo, el Primer Ministro sigue jugando sus cartas con mucha habilidad ya que prácticamente acorraló al Partido Nueva Democracia (NDP por sus siglas en inglés), su tradicional aliado político, al no darle chance de oponerse a los principales puntos del presupuesto y de esta manera lograr el voto de confianza, con lo cual los liberales tienen ahora más tiempo en el Parlamento para seguir ejecutando su agenda con cierta holgura y con poca vigilancia.
Bueno, y la otra pregunta que surge en este momento es si el Partido Conservador podría convertirse en una alternativa real para destronar a los Liberales. Para satisfacción de los fans de Justin Trudeau, la respuesta es sencilla: todo parece indicar que el líder Conservador Erin O’Toole no será el llamado a ocupar el cargo de Primer Ministro, pues primero debe unificar a las filas disidentes en su mismo partido debido a que muchos se sienten “unhappy” con sus últimas acciones, especialmente en lo relacionado al medio ambiente, una de las áreas en que los liberales les han robado todas las banderas a los otros partidos.
Con este panorama, está claro que Justin Trudeau tendrá luz verde para invertir miles de millones de dólares en los esfuerzos para derrotar la pandemia del COVID 19 y afianzar todavía más su capital político y esperar a que la mayoría de los canadienses estén vacunados para cosechar el mejor fruto político: una nueva elección a nivel nacional con unos candidatos que por más que luchan no alcanzan a cuajar entre la población en general. En resumidas cuentas, habrá que irse haciendo a la idea que habrá más gobierno Liberal para rato, pese a que no ha sido el más transparente ni el más cumplidor de los gobiernos de los últimos años.
*Gilberto Rogel es un periodista de origen salvadoreño radicado en Toronto, quien se especializa en temas políticos y de libertad de expresión en América Latina.