POR GILBERTO ROGEL / TORONTO /
Algunas personas angustiadas miraban las pantallas de sus teléfonos, computadoras o televisores, mientras otros no podían creer lo que estaba pasando. Muchos inicialmente pensaron que quizás era otra fake news, pero en verdad estaba ocurriendo en vivo y a poca distancia de nuestra frontera. CNN, la irreverente cadena noticiosa y sus pares canadienses transmitían en vivo “el mayor ataque a la democracia” del país más poderoso del planeta.
El 6 de Enero, fecha que en muchos países de Latinoamérica se celebra la fiesta de “Los Reyes Magos”, nuestro vecino del sur no recibió la visita de los tres hombres sabios, por el contrario, vivía en carne propia lo inimaginable, cómo una turba de hombres y mujeres blancos radicales / vándalos / sediciosos / revoltosos / criminales / terroristas ( al mejor estilo de los calificativos que un periódico derechista de mi país utilizó durante años para describir a los miembros de la guerrilla luego convertida en partido político) lograron romper los endebles cordones de seguridad y penetrar hasta el interior de la sede del poder legislativo, el capitolio de los Estados Unidos.
Y entraron como Pedro por su casa, atacaron a los pocos policías que defendían el palacio legislativo, rompieron muebles y ventanales, se robaron objetos históricos, incluyendo el podio utilizado por la Presidenta del Congreso. Otros, según algunos reportes periodísticos, defecaron y orinaron en los pasillos del Capitolio, es decir les valió madres el lugar simbólico de la representación política partidista en el país, que se jacta de ser el modelo democrático a nivel mundial.
Curiosamente, como se ha podido conocer con el paso de los días, este grupo de radicales / vándalos / sediciosos / revoltosos / criminales / terroristas lograron desnudar la fragilidad y podredumbre del sistema político de los Estados Unidos, no solo por la forma en que lograron entrar al Capitolio, sino más bien por la razón que los llevó a realizar esta acción: obedecer a ciegas las órdenes de su guía-líder-comandante en jefe-principal agitador, el mismo presidente del país.
Un mandatario “out of his mind”, enfermo de poder y rodeado por un grupo de incompetentes aduladores, que en la seguridad de su bunker seguía por televisión paso a paso los trágicos sucesos en el Capitolio, con seguridad habrá disfrutado extasiado del espectáculo noticioso. La turba de seguidores había conseguido parte de su objetivo, demostrar su fortaleza y ridiculizar al establecimiento político de Washington.
En las últimas horas, los dos partidos políticos estadounidenses avanzaron en su intento de llevar a un segundo juicio político a este deslucido-mentiroso-falso-tergiversador-manipulador gobernante que ha logrado sacar a luz lo peor de esta sociedad, aunque quizás no lo logren por falta de tiempo. Pero este momento también ha servido para unificar los criterios, para que los líderes políticos populistas en nuestros países de América Latina pongan sus barbas en remojo y entiendan que no pueden hacer lo que se les antoja sin temer a las consecuencias de sus acciones y a la rendición de cuentas ante el electorado. No pueden ser Pedro entrando a casa ajena, deben pedir permiso y esperar la respuesta positiva.
FOTO: mprnews.org