GUILLERMO FERNÁNDEZ AMPIÉ / MEXICO /
El pasado domingo 19 de julio se cumplieron cuarenta y un años del triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) sobre la dictadura de Anastasio Somoza y su Guardia Nacional. Fue una epopeya que despertó muchas esperanzas en América Latina y otras latitudes del mundo, pero la guerra impuesta por el gobierno estadounidense, entonces presidido por Ronald Reagan, truncó las alas a joven revolución y generó nuevos sufrimientos.
Después la ola neoliberal inundó el país y profundizó la pobreza que generaron la guerra y el bloqueo económico estadounidense. Después de tres gobiernos neoliberales, tenaces como en sus tiempos guerrilleros, los sandinistas regresaron al gobierno en 2007 y el pasado fin de semana celebraron el triunfo de hace cuatro décadas.
En esta ocasión, debido a la pandemia del Covid-19, la conmemoración se realizó bajo circunstancias especiales. No hubo la multitudinaria congregación que ha sido tradicional, prácticamente ineludible, para estas fechas. El acto, en el que se respetó el “distanciamiento social” y el uso de cubrebocas, contó con un reducido público, en su mayoría jóvenes activistas que participan en las diversas acciones sociales promovidas por el gobierno (jornadas de vacunación, atención a damnificados a causa de fenómenos naturales, entrega de alimento a la población de menores recursos económicos y otras más).
Desde la oposición las críticas se enfocaron primero en los arreglos florales que adornaron la pequeña plaza del antiguo centro de Managua, que representaban una estrella de cinco puntas similar a la utilizada por distintos movimientos revolucionarios en todo el mundo. Periodistas que atacan furibundamente al gobierno, en un claro intento por alentar supersticiones y crear temor entre la población, circularon la versión de que la figura en cuestión representaba un símbolo diabólico y que se realizaría un rito satánico.
Desde las redes sociales, simpatizantes del gobierno y del FSLN respondieron de inmediato; argumentaron que, si la estrella de cinco puntas era diabólica, la bandera de Estados Unidos lo es mucho más porque contiene cincuenta estrellas similares a la que adornaba la plaza sandinista. También señalaron la similitud entre la cuestionada estrella y la que adorna la cima de los árboles navideños.
Más allá del anecdótico e intenso debate sobre la estrella de flores, acorde con los tiempos de la pandemia, en la alocución central el presidente Daniel Ortega hizo una comparación entre cómo se encontraba el sector salud en el 2006, antes que asumiera la presidencia del país, y las mejoras e inversiones que se han logrado durante su gestión. Debe recordarse que entre 1990 y 2007 gobernaron Nicaragua tres mandatarios que aplicaron programas de ajustes neoliberales que restringieron severamente los gastos en servicios públicos como salud y educación.
Entre los datos ofrecidos mencionó la construcción de diecinueve hospitales, dieciocho nuevos centros de salud o clínicas vecinales, 128 casas maternas, 188 clínicas de medicina natural y terapias complementarias, y ochenta clínicas móviles que brindan atención en barrios o comunidades donde aún no existen centros de salud. En cuanto a equipo especializado, con el que se brinda atención pública gratuita, indicó que el Ministerio de Salud ha adquirido 28 tomógrafos y nueve equipos de resonancia magnética. De 34 máquinas para hemodiálisis que existían en el 2006, ahora se cuenta con 332, en tanto que el personal del sistema de Salud se incrementó de 22 mil a 37 mil trabajadores; incluyendo el número de enfermeras, que pasó de 6,300 a 11 mil.
Los datos resultan impresionantes más aún si se comparan con países vecinos como Honduras, con 9.5 millones de habitantes, un tercio más que Nicaragua, donde existen menos de diez equipos para hemodiálisis en los hospitales públicos, según datos brindados por personal médico de ese país.
Tras ofrecer cifras de personas afectadas por el Covid-19 en el país y asegurar que Nicaragua la ha enfrentado de manera exitosa, el gobernante sandinista insistió en que la principal epidemia que afecta al mundo es el hambre, y criticó a las potencias industrializadas, especialmente a Estados Unidos, por “gastar miles de millones (de dólares) para la muerte”. “A pesar de todas sus capacidades y riquezas no pudieron proteger a sus ciudadanos”, y eso refleja el fracaso del modelo del capitalismo salvaje, añadió.
Al recapitular las diversas dificultades que ha enfrentado el sandinismo, el histórico comandante sandinista insistió: “Ante los mayores desafíos, hemos logrado salir adelante”.
Sin embargo, ahora, en medio de la actual pandemia sanitaria y después de la crisis sociopolítica experimentada en 2018, el principal desafío del sandinismo es recomponer las alianzas que le permitan seguir desarrollando inversiones en el área social, como lo ha hecho en salud, para beneficiar a la mayoría pobre de nicaragüenses, y garantizar un consenso que le garantice un nuevo triunfo electoral, estabilidad social y su permanencia en el gobierno sin cuestionamientos como los que actualmente le agobian.