Desde Nicaragua: “Por favor, ayúdeme a volver a El Salvador”

LUISA MONCADA* / TORONTO

Más de 100 salvadoreños están varados en Nicaragua, entre ellos diabéticos, hipertensos y algunos niños. Nadie puede regresar a su país, ni a sus hogares.

Como a muchos, el cierre de las fronteras en El Salvador les tomó por sorpresa. La mayoría se encontraban trabajando en el territorio nicaragüense. Ahora, lejos de sus familias, temen contagiarse de COVID19 en un país que ha sido duramente criticado por no contar con las medidas adecuadas para hacer frente a la pandemia y en el que su Gobierno, se hace sordo a las críticas.

“Mire, ella es mi hija. Mi mayor temor es nunca más volver a abrazarla”, dice Flor de Hernández con los ojos llenos de lágrimas, mientras muestra una imagen de una joven risueña y alegre en la pantalla de su celular.

Flor es una de los salvadoreños que tienen más de un mes sin poder regresar a sus casas ya que el Presidente Nayib Bukele cerró las fronteras salvadoreñas y aun no tiene un plan para repatriar a sus ciudadanos y resguardarlos, mientras esperan ansiosos por volver a su tierra y estar entre los que aman.

“Nosotros somos rechazados por nuestra misma gente y queremos decirles que deben entender que nadie buscaba esta situación. Muchos de nosotros estábamos en Nicaragua porqué acá estábamos trabajando y la decisión de la cuarentena nos agarró así: trabajando, no paseando. Pedimos de favor que tengan misericordia de la gente que estamos afuera”, explica la salvadoreña, que trabaja para una empresa distribuidora de productos básicos de El Salvador en Nicaragua.

Flor asegura que por lo menos 100 salvadoreños más están en la misma situación que ella. Cuatro de ellos comparten con ella una habitación en un pequeño hotel en la ciudad de Managua.

Esta madre salvadoreña también dice que, desde el 13 de marzo, fecha en la que el presidente Bukele ordenó el cierre de fronteras, ella y su equipo de trabajo han estado aislados, en auto cuarentena, y siguiendo al pie de la letra las indicaciones del protocolo de salud salvadoreño, con la esperanza de regresar a su país pronto.

Estos cinco salvadoreños dejaron de tener contacto con otras personas seis días antes de que Nicaragua y El Salvador confirmaran de manera simultánea su primer caso de covid-19; 25 días después de haberse encerrado en el hotel, ninguno presenta síntomas que se puedan asociar al nuevo virus que ya dejó su huella en todo el mundo.

Sin embargo, Flor está preocupada por su salud. Y mucho, pues es diabética y su vida depende de la insulina, una hormona que fuera de su país, sin cobertura de salud y con el dinero escaseando en sus bolsillos, está a días de agotársele. Su condición médica la pone en una posición de mayor riesgo frente a la pandemia.

Gabriela Salguero es otra salvadoreña afectada por las medidas de cierre tomadas en El Salvador, también se encuentra en Nicaragua.

Mientras Flor contaba sus penas, Gabriela se mantenía sentada junto a ella, evidentemente preocupada. Tiene la mirada triste y sus ojos rojos de tanto llorar ante la impotencia.

Gabriela suele viajar a Nicaragua durante la semana para comprar zapatos que luego revende en El Salvador y así mantener a su familia. Tras el cierre de las fronteras, quedó atrapada y lejos de sus hijos. A consecuencia de esta situación, su presión aumentó a tal grado que ahora necesita ser medicada.

“Le pido al gobierno que me ayude a regresar, por favor, ayúdeme a volver a El Salvador. Acá cargo a mi bebe conmigo, pero tengo a mis dos hijos mayores en El Salvador. Le pido de corazón al gobierno de Nayib Bukele que me ayude a regresar. Mi mayor temor es que mi bebe se me enferme y no saber que hacer o a donde ir aquí”, dice la mujer, con la voz entrecortada.

Los casos no son pocos. Alejandro Ponce es otro salvadoreño de este grupo que se siente expatriados por el COVID19.

Antes de las medidas adoptadas por el Gobierno Salvadoreño, que derivaron en el cierre de las fronteras, él -paradójicamente- representaba a El Salvador en el Festival Internacional de Solos y dúos, que se desarrollaba en Nicaragua.

Ponce le pide al Presidente Bukele que “respete su derecho constitucional a regresar a su país” y, además, expresa que se siente molesto de que “constantemente se nos señale como focos de infección, sin que tengan conocimiento al menos de nuestra situación actual”.

Al igual que Flor y Gabriela, por miedo, decidió aislarse en cuarentena y casi un mes después no tiene ningún síntoma asociado al COVID19.

“Tengo temor de contagiarme en un país donde no tengo apoyo médico.  Yo soy contribuyente del sistema de salud de mi país, es mi derecho. Tengo miedo, mucho más teniendo en cuenta que Nicaragua no está haciendo nada por cuidar a sus ciudadanos”, sostiene firme y preocupado el joven.

Los salvadoreños varados en Nicaragua buscaron ayuda con el Consulado de El Salvador en Managua. Sin embargo, desde el cierre en su país, esperan una respuesta que nunca llega.

“Venimos luchando desde hace más de dos semanas con la embajada de El Salvador en Nicaragua para que nos ayude a salir y solo nos han puesto trabas. Hemos bajado en grupos a fronteras marítimas porque eran las únicas opciones que nos daban y resulta que ellos no habían gestionado con las autoridades nicaragüenses nuestra salida”, dice Alejandro.

Y continúa: “Incluso, hemos estado con este grupo bajo el sol durante cinco horas esperando gestiones, para que después de eso, los personeros de la Embajada nos dijeran que si salíamos por vía marítima ¡nos iban a procesar penalmente! luego que ellos mismos dieran la opción… les hemos ofrecido ayuda para gestionar transporte con algunos compañeros también varados que trabajan para empresas de transporte y nada”, señaló el salvadoreño.

Mientras que Flor agrega: “Nuestro sentir es que parece que el gobierno de El Salvador se olvidó de nosotros, cuando casi todos andábamos trabajando”. La salvadoreña dice que sus compatriotas varados son conscientes de la situación que vive su país y están dispuestos a pagar sus costos de repatriación e incluso regresar por pequeños grupos, dado que su único interés es volver a sus casas.

Al respecto de estas denuncias, Voz de la Diáspora se comunicó con la cónsul salvadoreña en Managua, Sara Martínez. Sin embargo, la funcionaria dijo que no estaba autorizada para dar declaraciones a los medios.

Todos los salvadoreños que están en esta situación aseguran estar dispuestos a cumplir con la cuarentena ordenada para los que regresaron al país en medio de la crisis.

“Solo queremos irnos e ir a cuarentena en mi país, pero poder salir de acá”, dijo Gabriela. A lo que Alejandro replicó: “Yo soy padre de una bebe y mi esposa está sola con ella, quiero regresar, pasar nuestra cuarentena y verlas”.

A los salvadoreños les preocupa la situación generada por la pandemia, pero también les preocupa que Nicaragua haya sido duramente criticado a nivel mundial por no contar con las medidas dictadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para responder a la pandemia.

En una conferencia de prensa desarrollada en los últimos días, representantes de la Organización Panamericana para la Salud (OPS) mostraron su preocupación por “la inadecuada prevención” que tiene Nicaragua ante la crisis de salud.

“Tenemos preocupaciones sobre la falta de distanciamiento social, la convocatoria a reuniones masivas, sobre los test, el seguimiento que les dan a los contagiados y la forma en que se presentan los casos”, dijo la directora de la OPS, Carissa Etienne. 

Mientras que en una entrevista al periódico nicaragüense El Confidencial, el epidemiólogo, Álvaro Ramírez advirtió que luego de 20 días que se reportara el primer caso de COVID19 en el país centroamericano, se espera que los contagios aumenten de manera exponencial en los próximos días.

Sin embargo, el Gobierno de Daniel Ortega continúa negándose a cerrar sus fronteras y a tomar medidas de prevención. Las clases en las escuelas se desarrollan con normalidad y tampoco se han ordenado medidas de distanciamiento social.

En su defensa, el Gobierno dice tener una estricta vigilancia epidemiológica en todos los puestos fronterizos y brigadas comunitarias informativas y de seguimiento en su territorio.

El lunes pasado, por la noche, Flor se sentó esperanzada a ver la cadena nacional que Nayib Bukele, transmitía en El Salvador. Ahí, el presidente dijo que al menos 4,500 salvadoreños están varados alrededor del mundo y que permitir que regresen a país haría colapsar el sistema de salud “en un solo día”.

Las esperanzas de regresar pronto a su casa están perdidas para estos salvadoreños. “De seguir así seré noticia como la primera salvadoreña muerta olvidada por su propio país”, sentenció Flor.

*Corresponsal de la Agencia de Noticias La Voz de la Diáspora, en Toronto