FRANCISCO REYES / TORONTO /
Siempre que se sale del país de origen hacia otro del que sólo conocemos a través de la geografía, la historia, las guías turísticas, el cine, o porque alguien ha contado sus vivencias de viaje, se corre el riesgo de ser sorprendido por lo inesperado.
Soraya Lozano nació en la capital peruana, de padres limeños que la dejaron en libertad de escoger lo que desde niña ella quería hacer en su vida. Y su gran pasión era el baile.
“Desde pequeña estuve ligada al baile, un poco hacia el folclore peruano, pero también hacia las nuevas corrientes de la danza”, empezó a relatar, con una sonrisa de extremo a extremo de las comisuras labiales, indicando lo feliz que estaba al dar a conocer la historia de su vida.
Dijo que desde temprana edad estudiaba y a la vez trabajaba en compañías que amenizaban fiestas infantiles. “Aunque siempre tuve el baile como un trabajo a medio tiempo mientras estudiaba en el colegio y en la universidad”.
“Mis padres me pusieron en escuelas de bailes, pero crecí con el pensamiento de que del arte no se vive y por eso hice la carrera universitaria de Ingeniería Industrial”. Ya graduada, empezó a trabajar en una empresa, pero seguía dedicada a la danza.
En el 2004, pidió una licencia de año y medio a la empresa para venir a Canadá a tomar cursos de inglés. “La compañía cerró y pensé que si regresaba al Perú no iba a encontrar trabajo, aunque con el inglés abres muchas puertas”.
“Decidí quedarme en este país y, al terminar mis cursos de idioma, ingresé al Humber College para estudiar Administración de Negocios. Conseguí trabajo antes de graduarme, pero no abandonaba la danza”, abundó.
En el 2009 fundó su propia compañía de bailes con el nombre de Soraya Dancing. “Pero en el 2013 lo cambié por Inspiración Latina”, continuó diciendo. “La suerte cambió mi proyecto de vida profesional en Canadá”.
En el 2014 renunció al trabajo que tenía en un banco “para dedicarme a enseñar danza a tiempo completo”, manifestó. “Siempre me habían dicho que no iba a vivir de eso. Me dije: ‘voy a intentarlo por un año’, al presentárseme el desafío. Y ya llevo cuatro, entre mi compañía y las corporaciones en las que enseño”. Lo que demuestra que ha sido capaz de romper la barrera de “lo Imposible”.
Su escuela de baile tiene una asistencia que varía, dependiendo del tipo de danza que se enseña. “Ahorita hay más en los ritmos que están de moda, como la bachata la salsa y el merengue”.
Las edades de los estudiantes oscilan entre los 18 y los 60 años. “Doy clases grupales cada semana y no dejo de enseñar danza en corporaciones interesadas en los ritmos latinos”.
Más que la suerte, ha sido la perseverancia que Soraya Lozano ha tenido para cosechar los frutos de su empresa artística. “Nos hemos presentado en diferentes escenarios de Toronto. En el Toronto Latin Festival, Peruvian Independence Day. El Harbor Front, Mel Lastman Square y el Nathan Phillips Square”.
Agregó que han participado en festivales de baile en la ciudad de Niagara Falls, Montreal, New York y las Islas Bermudas. “El año pasado estuvimos en otros festivales en Barcelona y en París”.
Sensación Latina ha tenido amplia aceptación en el medio social de Toronto. “Nos han aceptado porque les gustan los ritmos latinos. La presencia latina es importante para la cultura canadiense y otras culturas”, dijo con aire de gozo. “la mayoría de mis estudiantes no son latinos”, aclaró, después de una pausa.
Ahora, Soraya ha decidido desafiar el mundo de las artes plásticas. “La idea nació jugando. Vino de la nada y me di cuenta de que la pintura me relajaba”, empezó a hablar sobre el arte de los pinceles.
“Las paredes de mi estudio estaban vacías. Se me ocurrió la idea de dibujar algo para llenarlas y me dediqué a pintar algunos cuadros expresando los ritmos de las danzas que enseño, incluyendo el ‘belly-dancing’ y la danza hawaiana”.
Como si temiera al reproche o la crítica de la prensa, se adelantó a decir: “Yo no tengo escuela. No tengo técnicas. Mis cuadros son de niñas escolares, pero mis amigas y mis estudiantes las vieron y les gustaron”, advirtió, lanzando un suspiro para liberar la tensión que le causó el hablar de sus cuadros, que la semana pasada estaban siendo exhibidos en Northern District Library, en el 40 Orchard View Boulevard.
Sin embargo, manifestó que tiene planes de estudiar pintura. “Quiero experimentar, tomar un curso sobre sus técnicas, sin abandonar la danza, que es mi pasión”.
Al pedirle cuál sería su mensaje a la juventud hispano-latinoamericana de Canadá, no vació en decir que “si alguien siente pasión por algo, que lo intente, no importa la edad que tenga. Hay que tener amor por algo que le dé sentido a la vida”.