OSCAR VIGIL / TORONTO /
Todos lo conocen. Leen semanalmente sus artículos en este periódico, lo escuchan cantar música sacra en la iglesia los domingos, analizan con él las sagradas escrituras a media semana, o disfrutan sus poemas en los eventos culturales. Pero lo que no todo mundo sabe de él, es que este diestro escritor de origen dominicano tiene apenas cinco años de haber retomado el control de su vida.
Sí, Francisco Reyes, uno de los más habilidosos periodistas y escritores de la comunidad hispana aquí en Toronto, está celebrando este mes de enero cinco años de haber salido de las garras del alcohol, y quiere compartir su testimonio como un ejemplo de humildad que ayude a otras personas que actualmente viven situaciones como las que a él le tocó vivir.
Su problema de adicción se desarrolló, como suele suceder, lentamente y a través de los años, hasta que en el 2006 una complicada y dolorosa separación amorosa lo tumbó por completo. Dice que tomaba para amortiguar el dolor, y tomaba tanto que ya no distinguía cuando estaba sobrio o ebrio, algo que lo llevó a problemas incluso de tipo judicial.
Pero esta situación lo hizo reflexionar, y en el año 2010 tomó algo mejor que el alcohol: la decisión de parar de beber. Se fue a un hospital de desintoxicación, y de ahí salió para un programa de tratamiento intensivo de cuatro semanas. Como consecuencia, duró un año sin tomar. Pero sucedió que repentinamente murió una de sus hermanas y esto le afectó emocionalmente y recayó.
Esta vez perdió su casa y llegó al límite de tener que vivir en casas de transición. Esto lo hizo reflexionar nuevamente sobre lo imperioso que era superar el problema, y el 9 de enero del 2013 inició otra vez su proceso de desintoxicación en el hospital Humber River. Ahí empezó a entender científicamente el problema, le ayudaron a buscar las raíces, las cuales encontró en la niñez, y comenzó de nuevo a ajustarse a la sobriedad.
Desde entonces, su vida no ha sido fácil. Las tentaciones han sido diversas y han estado por todos lados, las luchas han sido tenaces, pero las ha sobrellevado con decisión y ahora está cumpliendo cinco años de sobriedad. Y con este nuevo estado, está cumpliendo también cinco años de un exitoso camino a su reinserción social.
Atrás quedaron ya los bares, los tragos, la vida callejera y los pleitos de esquina. La vida ahora le sonríe, y él le retribuye con creces.
Francisco Reyes es periodista, escritor, poeta, cantante de música sacra y compositor musical. Estudió filosofía y letras en su natal Republica Dominicana y ejerció como maestro de secundaria y asistente de profesor universitario.
En Canadá estudió Publicaciones Periodísticas y se desempeña como profesor de español como segunda lengua. Pero más importante, explica, se dedica de corazón a la pastoral teológica en su iglesia católica.
Dice que en su proceso de recuperación le ha ayudado mucho la reinserción en el medio social a través del trabajo voluntario con diferentes organizaciones comunitarias, pero insiste en que definitivamente lo que más ha prevalecido es el regreso a la iglesia católica, “no como un fanático religioso sino como una persona creyente que debe realizar un trabajo dentro de la iglesia, y específicamente bajo la teología de la liberación”, aclara.
Así, Reyes, quien durante su juventud fue seminarista, colabora actualmente en tres ministerios dentro de la iglesia San Felipe Neri, en Toronto: en el Ministerio de Música, en el Ministerio de Enseñanza y en el Ministerio de Lectores, algo que le ayuda a mantener su espiritualidad como ser humano, y “a encontrar ahí la fuerza para poder realizar mi trabajo hacia afuera”.
Pero, además, este polifacético hispano, poseedor de una extraordinaria voz que cada domingo pone al servicio de la evangelización, es miembro fundador de la organización Dominican Canadian Pro Culture, entidad con cinco años de existencia que se dedica a la promoción de actividades culturales en la ciudad.
Escribe poesía, cuentos y artículos periodísticos en diferentes medios, así como también debate a fondo temas tanto de política canadiense como internacional.
Probablemente la arrogancia es uno de sus pecados capitales, pero asegura que se esfuerza por ser humilde, por no creerse que es mejor que nadie. Sin embargo, al verse cómo está ahora, quién es hoy, y compararse a cómo vivía hace más de cinco años, no hay duda de que tiene mucho qué celebrar.
Le pregunto cómo ha logrado cambiar tanto su vida. Se queda pensando. Duda. Pero al final me dice: “No me gusta hablar mucho de los milagros, pero creo que mi recuperación realmente es un milagro de Dios. Porque he sentido la presencia de Dios en mi vida. Sabía que si no apelaba a él no iba a salir del problema, y lo que estoy viviendo es la fe que yo tengo en Dios y la misericordia que él tiene conmigo”.
Llámese milagro, llámese fuerza de voluntad, llámese convicción. Lo cierto es que cinco años de sobriedad después de estar prácticamente en el infierno es para celebrarlo en grande. Francisco Reyes ha dado no sólo uno, sino que muchos pasos hacia adelante, y como él mismo lo dice, son pasos firmes.
“Me cuido especialmente que ese paso esté firme, y que el siguiente que vaya a dar lo de con firmeza, no importa en que terreno esté caminando, el paso debe ser firme, es una responsabilidad conmigo mismo, con mi familia que ha vuelto a tener confianza en mí, con la comunidad en la que estoy inserto, y con mi iglesia a la que le debo tanto”, apunta.
“Estoy consciente de cuál fue mi problema alcohólico y qué es lo que debo y no debo hacer para no recaer”, dice el periodista Francisco Reyes