El Partido Liberal, cuesta arriba en la batalla mediática

GILBERTO ROGEL / TORONTO /
Los que conocen de esta materia aseguran que cualquiera que se quiera meter a político debe saber un poco de todo, aparentar que sabe más, ser calculador y dar la impresión de que se preocupa por la gente, o sea los votantes. Y es acá donde esta simple ecuación no encaja del todo.

En nuestro ámbito en los últimos días hemos visto cómo el gobierno federal encabezado por el “charming” Primer Ministro Justin Trudeau ha estado contra las cuerdas en varias ocasiones, producto de una serie de desaciertos o malos cálculos políticos que de manera evidente le están robando valiosos votos.

Con certeza se puede decir que este gobierno ha traído cambios importantes en muchas aéreas, por ejemplo, en el campo social con avances en la representación equitativa de hombres y mujeres en el gabinete, respeto y reivindicación para las personas de las Primeras Naciones, así también mayor estabilidad económica, mejor calidad de vida y la recuperación del estatus pacifista del país a nivel internacional.

Sin embargo, parece que a los dirigentes liberales no les ha “caído el veinte” que algo o mucho están haciendo incorrecto. Es curioso que a pesar de gastar miles de taxpayers dollares en expertos en comunicación estratégica, estos no sean capaces de decirles algo muy sencillo: que están comunicando mal sus mensajes.

Muchos de sus mensajes son ambiguos, uno desdice al otro; en un momento el primer ministro habla de austeridad, transparencia y rendición de cuentas, momentos luego un flamante ministro hace lo contrario, oculta sus bienes y no declara millonarias ganancias porque, ¡upps!, no creyó que fuese necesario (Give us a break).

Lo peor es que el ciudadano que siempre vota comienza a percibir que algo no está funcionando bien, especialmente cuando en la billetera o en la tarjeta no hay suficientes fondos para pagar el bill del supermercado o el de la electricidad, y hay que apretarse más el cinturón.

Las “sunny wages” no se están viendo o quizás alguna nube de otro color las está opacando.
Curiosamente a nivel provincial algo similar está ocurriendo, la Premier y su más cercano equipo no han logrado traducir en acciones concretas muchas de sus promesas de hace tres años y, por el contrario, las incongruencias internas, los arreglos bajo de la mesa, la falta de claridad en la privatización de bienes públicos (la generación y distribución de la electricidad) han sido el platillo favorito diario que algunos medios informativos han devorado ávidamente.

Kathleen Wynne no es el tipo de política tradicional, su estilo directo, combativo, agresivo y, en algunos casos, tajante, no es del agrado de muchas personas, sin embargo, hace tres años ese perfil fue clave en el triunfo de su partido con una inesperada victoria arrolladora.

Ahora, la Premier quiere repetir el mismo patrón (volverá a correr) con la variante que el ambiente ha cambiado en gran medida y la oposición tiene mucha munición acumulada para disparar por muchos flancos abiertos que pueden ser letales sino se saben curan a tiempo, no con banditas de primeros auxilios sino con dosis de antibióticos de los más fuertes.

En términos reales, las dos batallas electorales no han comenzado oficialmente, pero los contendientes ya se quitaron los guantes, o mejor dicho ya se los pusieron, ahora habrá que ver cuál será la tónica y si los Liberales tienen la habilidad de aprender de sus errores materializándolos en ventajas y comienzan a comunicar clara y eficazmente. Si sueñan con ganar la batalla mediática, pero sobre todo si quieren cumplir sus promesas y ganar el favor de los votantes, urgen acciones concretas que alivien la dolida economía familiar.