LUIS ALBERTO MATA / TORONTO /
Por fin entró en vigor la segunda parte de la nueva Ley de Ciudadanía. El ministro de inmigración dio vía libre para que, a partir de este miércoles 11 de octubre, las personas aspirantes a ciudadanía canadiense puedan aplicar bajo las nuevas regulaciones, que definitivamente favorecen a miles de residentes permanentes que estaban estancados, muchos de ellos mis clientes, ya sea porque no cumplían con el tiempo estipulado viviendo como residentes permanentes, o porque su nivel de inglés (o francés, si fuera el caso) no les era suficiente para alcanzar una certificación.
Recordemos que, a partir de ahora, se reduce de cuatro a tres años (1095 días), el tiempo que se debe vivir como residente permanente, para poder aplicar a la ciudadanía.
Claro, si hubo viajes y vacaciones en el exterior, entonces habrá que aumentar esa misma cantidad de tiempo viajando fuera de Canadá, hasta alcanzar los 1095 días requeridos como residente viviendo en Canadá, excepto si usted acompañaba a su esposa o esposo ciudadano canadiense, quien trabaja en el exterior, o usted trabajaba para una compañía canadiense en el exterior, en cuyo caso, ese tiempo por fuera cuenta como si hubiera estado viviendo en Canadá.
En cuanto al examen de ciudadanía y el requerimiento de inglés o francés, la edad se redujo sustancialmente. Antes era una obligación para los aplicantes con edades entre los 14 y 64 años incluir una certificación de inglés o francés, con un mínimo de nivel 4 (listening / speaking).
Y más serio aún, tenían que someterse al examen de ciudadanía igual entre los 14 y 64 años de edad. Esto se acabó mis queridas amigas y amigos, pues a partir de este miércoles 11 de octubre de 2017, el examen de ciudadanía será obligatorio solamente para quienes estén entre los 18 y 54 años.
Un tercer cambio o beneficio de la nueva ley es el reconocimiento del tiempo empleado en el proceso, por quienes han sido reclamantes de refugio, hasta máximo un año. Este punto lo quiero explicar a través de una historia, de las tantas que vivo en mi trabajo profesional.
Se trata de la historia de uno de mis clientes. Me ha autorizado, y se las quiero compartir. Se trata de don Alfredo Jácome Laguna, quien llegó a Canadá en diciembre de 2012 a través de la frontera con Búfalo, y solicitó refugio en los primeros días de enero de 2013. Don Alfredo fue llamado a su entrevista (refugee hearing) siete meses más tarde, a mediados del verano de ese mismo año, en la cual obtuvo una respuesta positiva para su caso, convirtiéndose así en persona protegida.
En mi oficina celebramos con él, y enseguida llenamos la aplicación a la residencia permanente, no sin antes incluir, por unificación familiar, a su esposa y sus dos hijas menores, que él había dejado atrás en su país cuando huyó para proteger su vida.
Casi dos años más tarde, en al final de la primavera de 2015, don Alfredo se hizo residente permanente de Canadá; entre tanto, a su esposa y las dos niñas, por diversas razones les tomó cerca de tres años hacerse residentes y venir en marzo pasado a vivir con don Alfredo Laguna en un apacible vecindario de Toronto. Sobra decir que don Alfredo centró su vida en el trabajo para poder enviar dinero a su familia. Responsable con sus seres queridos y juicioso con sus impuestos (taxes), nunca tuvo suficiente tiempo y siempre estaba cansado para ir a estudiar inglés. Apenas algunas clases, más la escasa práctica en su duro trabajo de construcción y limpieza.
Pues bien, don Alfredo Jácome Laguna, pese a llevar solamente dos años pasaditos como residente permanente (normalmente le faltaría uno más), con la nueva ley sin embargo tiene derecho al beneficio de un año por su proceso de refugio, total por razones de tiempo, ya está listo para aplicar por su ciudadanía. Y más, resulta que don Alfredo cumplió 57 años en mayo pasado, lo cual lo habilita a enviar su aplicación sin el requerimiento del nivel 4 de inglés, que hasta hace muy poco tiempo, le era obligatorio hasta los 64. Eso no indica, como me dijo, que no vaya a estudiar inglés para integrarse mejor en nuestra sociedad.
Esas son las pequeñas y a la vez grandes satisfacciones de mi trabajo. Estoy feliz por él y por todas las personas que pueden aplicar por su ciudadanía en las próximas semanas. Será muy placentero ayudarle a don Alfredo y a muchas otras personas en su aplicación, y entregarles su sobre listo para poner al correo. Hasta ahora, aunque algo tarde, debo admitir que al menos en materia de inmigración y ciudadanía, el gobierno liberal del señor Trudeau viene cumpliendo. Felicitaciones al ministro de inmigración Ahmed Hussen; siga usted haciendo la tarea.
*Luis Alberto Mata es un trabajador comunitario que reside en Toronto.