OSCAR VIGIL / TORONTO /
Prácticamente todo mundo ha visto la película “La Lista de Schindler”, la historia de Oskar Schindler, un industrial alemán que salvó a poco más de 1,200 judíos durante la segunda guerra mundial. Pero hasta hoy, pocos conocen la historia del coronel salvadoreño José Arturo Castellanos, quien, como diplomático en Hamburgo y en Ginebra, también hizo lo propio con más de 40,000 personas.
José Arturo Castellanos fue un coronel de las Fuerzas Armadas Salvadoreñas que a finales de los años treinta fue enviado como diplomático a Europa, y que estando en Hamburgo, una importante ciudad portuaria en el norte de Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial comenzó a dar visados a judíos y a otras víctimas de los nazis para que pudieran escapar hacia lugares seguros.
Cuando el gobierno salvadoreño se dio cuenta de lo que estaba haciendo se lo prohibieron, porque era una situación bastante riesgosa en esos tiempos y lo trasladaron a Ginebra, Suiza. Sin embargo, ahí, al frente del Consulado General entre los años 1942 y 1945, el coronel Castellanos junto a un amigo judío diseñó un certificado de nacionalidad salvadoreña que utilizó para continuar ayudando clandestinamente a los judíos a salir de las zonas de exterminio, salvando más de 40 mil vidas durante el holocausto.
Por estas acciones heroicas, el Instituto Yad Vashem, máxima autoridad en Israel sobre los estudios del Holocausto y que tiene su sede en Jerusalén, le concedió la máxima distinción “Justo de las Naciones” en el año 2010, un honor que es concedido a personas de confesión no judía o extranjeros “que merecen consideración y respeto por observar una conducta moral acorde con los Siete preceptos de las naciones y a los que, según esta creencia, les espera una recompensa Divina”. El coronel José Arturo Castellanos murió en el año 1977 en San Salvador.
Álvaro y Boris Castellanos tuvieron que salir de El Salvador en el año 1982 debido a la sangrienta guerra civil que ya para ese año abatía al país centroamericano. Boris tenía 9 años de edad y Álvaro 13, y llegaron directamente a Pickering, de donde años después se movieron para Toronto.
Estudiaron arte, cinematografía y música, y siempre recordaban el año 1975 cuando por primera vez su abuelo habló de las hazañas vividas durante la segunda guerra mundial. Fue a propósito de una entrevista que llegó a hacerle a su casa el aclamado escritor estadounidense Leon Marcus Uris, experto en temas del holocausto, quien recopiló la información sobre las buenas acciones de Castellanos durante los años de exterminio implementado por los nazis.
La información salió en los medios de comunicación salvadoreños y, desde que la conocieron, Álvaro y Boris quedaron impactados por el heroísmo de su abuelo. Así, la declaración de Castellanos como “Justo de las Naciones” en el año 2010 sólo les confirmó la intención de lo que siempre quisieron hacer.
“Cuando se lo nombró Justo entre las Naciones decidimos ya en ese marco, de alguien a quien se le reconoce que ha salvado miles de vidas, que es una historia increíble especialmente para gente judía, ya teniendo la investigación que hicieron ellos, se hacía mucho más fácil hacer el documental. Ya se comprobó que él hizo eso y se puede contar ahora, desde nuestro ángulo, la vida personal, cómo era, por qué lo hizo, qué tipo de persona hace esto, etc. Porque no fue sólo mi abuelo, sino que hay muchos que han hecho lo mismo”, dice Boris.
Álvaro indica que el documental consiste en los detalles de la vida personal de su abuelo y su rescate de miles de judíos durante el holocausto. “Vamos a hacer la primera presentación de nuestro documental ya terminado, que se llama El Rescate, pero es una presentación especial que se llama “The Rescue, a live film and concerto’, porque mi hermano y yo somos músicos y vamos a tocar mucho de la banda sonora del film en vivo, mientras se presenta el film, con una orquesta de seis piezas”.
Boris dice que “lo que explica el documental, lo que tratamos de hacer, es explicar la historia de lo que pasó, no sólo los detalles de la historia, de cuanta gente se salvó y cómo fue la mecánica de toda la operación, sino también descubrimos un poco sobre la persona que es nuestro abuelo, José Arturo Castellanos”.
Cuentan que la pieza cinematográfica comenzó como una investigación familiar, entrevistando a familiares, así como también a sobrevivientes del holocausto que se salvaron con documentos salvadoreños. En ese sentido recoge la historia y los hechos que pasaron, pero intentan también mostrar la vida personal del coronel e incluyen la historia del viaje que ellos mismos realizaron desde el inicio del proyecto hasta que llegaron a un edificio del gobierno de Berlín, en Alemania, donde presentaron la primera versión de la película.
“Tratamos de presentar las dos cosas: la historia de la operación de rescate y la vida personal del coronel, vista desde los ojos de sus nietos”, dice Boris.
Álvaro agrega que producir el documental fue una tarea bastante difícil, “porque hacer un documental con este embarque de filmar en más de 18 ciudades por todo el mundo, etc., es muy difícil. Entonces comenzamos con lo que podíamos y, como los dos somos cineastas, los dos sabemos de sonido, hicimos un equipo de dos personas y punto. Fue difícil pero también lo hicimos en cuatro años y sólo nosotros”.
“Pero, aunque fue difícil, lo hicimos poco a poco con la urgencia de exaltar a todos los sobrevivientes que todavía vivían”, apunta.