David Dorenbaum, el psiquiatra y psicoanalista de origen latino de la calle Spadina

David DorenbaumEK & RB / TORONTO /
Desarrollo, cambio y evolución. Estos son algunos de los senderos que recorre la embriología, una ciencia que nos permite obtener resultados predecibles y otras veces nos sorprende.

A nuestro entrevistado de hoy siempre le ha interesado esa incógnita que ofrece una ciencia que trata del más puro movimiento. A diferencia de la anatomía que se nos presenta como una ciencia en donde lo que prevalece es lo estático, y la mera descripción. Como si fuera posible ver el transcurso de su vida en un espejo, a David Dorenbaum le fascina aquello que fluye y que de una manera u otra motoriza la existencia humana.

El Dr. Dorenbaum nos recibe con calidez y cortesía una ventosa tarde invernal en su consultorio de la calle Spadina. Nos brinda el tiempo exacto de una sesión psicoanalítica. En un contexto político internacional en donde se levantan muros y se apoyan políticas que excluyen a lo diferente, David rápidamente nos ofrece su visión.

Opina que las barreras son absurdas y peligrosas. Afirma que las diferentes culturas se han enriquecido de la gente de diversos ámbitos y orígenes. La permeabilidad de las fronteras ha permitido intercambios enriquecedores para la humanidad.

David lo sabe muy bien. Sus abuelos, inmigrantes judíos de Europa Oriental, se establecieron en México hace ya un siglo. Él y sus tres hermanos menores recibieron una educación estrictamente judía. Más tarde devendría la educación universitaria en la UNAM. Luego de su formación médica de excelencia en el sistema de educación pública, continuó su formación en California y Londres.

Médico humanista, gran idealista de la educación publica e identificado fuertemente con la cultura y sensibilidad artística mexicana, David comenzó su formación como pediatra. Años más tarde seguiría su camino profesional por el campo de la psiquiatría y psicoanálisis.

El destino lo llevaría a conocer a un pionero canadiense de la radiología pediátrica. De visita en México DF, el radiólogo y su esposa coincidieron con David. Allí ofició de anfitrión y guía turístico de excelencia en el imponente museo de antropología.

Tan fuerte fue la conexión que David tuvo con la pareja, que lo invitaron a Toronto. Un viaje que cambiaría, en 1982, definitivamente su destino. London, Ottawa y finalmente Toronto. Su residencia en el hospital Mount Sinaí lo marcaría profesional y personalmente. Lo llevaría por el camino que hoy parece inexorable cuando charlamos con el invitado.

Por ese entonces comenzará su aventura analítica. Una experiencia de subjetividad adquirida que formaría parte de su práctica y su vida personal. También conocerá a Kaaren, quien sería mas tarde su esposa y madre de sus hijos Frances y Simon.

David reflexiona cómo el ser humano oscila entre la paradoja, la ambivalencia y la contradicción. Cita el texto de Albert Camus “Entre si y no”. Es ahí justamente en donde se encuentra la subjetividad humana. Es la falta de coherencia y unidad en el individuo lo que lo define como tal.

David lo relaciona con su propia experiencia de migrante. ¿Cómo es posible amar tanto a su México natal y no estar allí? Es que David se reconoce como un habitante de ese espacio de duda continua que no escapa a la experiencia humana.

Al finalizar la entrevista nos regala una cita de uno de sus amigos: “Cuando hablo en inglés, hablo inglés. Cuando hablo español, no hablo español. Simplemente hablo”.