FRANCISCO REYES / TORONTO /
Hay hombres que no nacieron para ser grandes personajes de la Historia ni héroes de las grandes epopeyas de los pueblos. Ni tampoco nacieron para las grandes crónicas de empresas conquistadoras. Pero todos los hombres llegaron al mundo para ser protagonistas de la intrahistoria, de la historia personal que cada ser humano escribe en sus páginas de vida. Héroes de sus epopeyas personales, de sus crónicas cotidianas.
Nacido en una estancia del Departamento de Canelones, en la República Oriental del Uruguay, René Fuentes es hijo de gauchos ya fallecidos. “Acostumbrado desde la infancia a escuchar a los peones cantando alrededor del fogón”, a veces, al son de la viola (guitarra), otras veces, sin más acompañamiento que la voz melancólica de hombres nacidos también para labrar la tierra o para dedicar su vida al ganado.
“A los dos años mi madre me encerraba en un cajón, una especie de corral para evitar que los niños se escaparan al campo abierto, donde pastaban los animales. Solía visitarnos un payador que echaba sus versos. Ella decía que era seguro que yo sería un payador, porque me quedaba embebido contemplándolo cuando tocaba y recitaba. Mi madre se equivocó. Nunca fui payador”, dice.
René creció con olor a vaquería. Jamás sospechó que su historia gauchesca cambiaría de repente. Cuenta que “sólo llegué al tercero de la primaria. En aquel lugar había una sola escuela que llegaba al tercero y tenía una sola maestra para los tres cursos. En total éramos unos sesenta estudiantes repartidos en los tres cursos”.
“Cuando mi hermano y yo regresábamos de la escuela, escuchamos las risotadas que venían desde dentro del rancho. Nos asomamos cautelosos a la puerta, que era de dos aguas, miramos hacia adentro y nos dimos cuenta de que reían al escuchar por primera vez una radio”, dijo al comienzo de esta entrevista.
Su historia es la del atrevimiento. “Cuando era adolescente, con sólo el tercero de primaria, solicité a una escuela de correspondencia de Buenos Aires para estudiar dibujo técnico. Me aceptaron y al final del curso recibí el diploma y en seguida solicité trabajo en Montevideo como ayudante del dibujante técnico. Me dieron el trabajo, pensando que yo tenía grados académicos superiores. Era prácticamente un analfabeto”.
René jamás sospechó que su vida iba a cambiar de repente. De gaucho a dibujante y luego a ensamblador de vehículos en la planta de una compañía automovilística de Windsor, Ontario, cuando arribó a Canadá en 1972.
En aquella ciudad, atrevidamente diseñó y construyó en su propio taller un “tráiler” que pudo pasar los requisitos para correr en las carreteras, pero no tenía sistema de frenos desde su vehículo remolcador y decidió donarlo a un grupo de Alcohólicos Anónimos de aquella ciudad del Oeste de Ontario. No se sabe, dijo, qué uso le dieron luego”.
Su experiencia como dibujante técnico también lo llevó al dibujo artístico, como se muestra en la portada de su primer libro de poesía popular, en el verano del año pasado. La obra, “Las Charamuscas de Recuerdos”, está compuesta por poemas de “ese gaucho que se me atraviesa en el sentimiento y no puedo evitar escribirlos”, dice. El libro, escrito con el lenguaje jocoso de los uruguayos, “es otro de mis atrevimientos, porque no soy escritor”.
Jubilado ya hace 17 años, decidió residir en Toronto. Su esposa y compañera, con la que tuvo una sola hija, falleció hace varios años. En esta ciudad, su vida dio otro giro. Un locutor de la Radio Hispana lo escuchó recitar décimas gauchescas y lo invitó a declamar en su programa. De ahí en adelante se dedicó a escribir sobre el tema gauchesco.
“Creo que fue un atrevimiento de mi parte presentarme en la radio sin ser versificador”, añadió, consciente de que ahí empezó su oficio de poeta popular.
Al ser cuestionado por el personaje “Juan Don Naides”, explicó que “un día me invitaron para que recitara mis poemas frente a un grupo de uruguayos. En la entrada del lugar, un amigo me preguntó si conocía al poeta que iba a recitar. Le dije que no. Me respondió que posiblemente sería un ‘Juan Don Naides’ y lo tomé para mi libro, que pensaba publicar”.
Su obra está llena de estampas de la vida en las estancias. Vivencias personales, pero, sobre todo, de temas que invitan a una profunda reflexión desde la perspectiva del mundo rural, la amistad, la vida, la muerte.
El pasado viernes 29 de julio, René Fuentes celebró sus 87 años de edad, en un ágape celebrado en la casa de su hija, ocasión que fue aprovechada para recitar sus poemas y escuchar los de otros poetas hispanos residentes en Toronto, así como también algunas canciones del tema gaucho.
Su mayor atrevimiento, a esa edad, es la preparación de su libro “Requeches de los Años”, del que leyó un poema del que se desligó como René Fuentes, “el atrevido”, para no sentirse comprometido con “Juan Don Naides”, el autor de esos versos.