OSCAR VIGIL / TORONTO /
Cerca de doscientas personas, en su mayoría interesadas en emprender iniciativas privadas, participaron en el Primer Día Empresarial Latinoamericano organizado por la Latin American Bi-lateral Trade Initiative. Recibieron información de los programas existentes en la municipalidad y la provincia, y también conocieron historias de éxito de congéneres latinoamericanos.
Inés di Santo es hoy por hoy una de las diseñadoras de vestidos de boda y de noche más cotizadas en el mercado norteamericano. En su propia tienda ubicada en la zona de Yorkville, o en cualquiera de las más prestigiosas tiendas de modas del mundo, sus creaciones pueden costar entre 5 y 10 mil dólares. Pero no siempre fue así.
Pocos saben que esta diseñadora de origen argentino que llegó a Canadá en la década de 1980, comenzó lo que ahora es un pequeño imperio con una máquina de coser que encontró en la basura y con diez dólares que utilizó para comprar telas.
Eso fue lo que contó recientemente en las instalaciones de la Alcaldía de la ciudad, durante la realización del Primer Día Empresarial Latinoamericano en Toronto organizado por la Latin American Bi-lateral Trade Initiative (LABTI), la cual está integrada por los consulados de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, México, Panamá, Perú, Uruguay, Venezuela y la ciudad de Toronto.
En este momento Inés di Santo, junto a su hija Verónica, tiene 40 tiendas a nivel mundial, vende en los mercados internacionales y es una gran empresaria que conserva su calidad humana. Contó que en su empresa tiene gente trabajando con la que empezó su negocio, y que cree en la distribución de la riqueza con los empleados dado que son ellos quienes le han ayudado a levantar su empresa.
Matías García, por su parte, tiene un negocio de mejoramiento y embellecimiento de ascensores. Durante la conferencia contó que inició en la industria de ascensores como encargado de limpieza en una empresa que daba mantenimiento a estos aparatos, pero como sabía bastante de electricidad porque había aprendido en su natal El Salvador, fue avanzando poco a poco hasta que llegó a dominar todos los secretos de los ascensores.
A continuación, explicó a los cerca de dos centenares de latinoamericanos que participaron en la actividad, que decidió iniciar su empresa, y que para poder comprar la maquinaria necesaria tuvo que adquirir una segunda hipoteca sobre su casa, la cual casi pierde porque al principio el negocio no le generaba mucho movimiento económico.
Contó que en su peregrinar tuvo que competir con las empresas más grandes del país, pero que de repente obtuvo su primer buen contrato y ese fue el inició de su éxito. Ahora tiene una empresa sólida, (IQ Elevators) con 30 empleados y se ha convertido en un generador de empleos.
En la actividad también compartieron sus historias de emprendidurismo Félix Valdez, de OBN Security, un empresario de origen colombiano que había trabajado en la policía, y cuando se iba a jubilar, con otros dos amigos policías pusieron una compañía de investigaciones que a la fecha se ha convertido en una de las empresas de seguridad más grandes de Toronto, con 600 empleados.
También habló Sergio Barboza, del grupo Magia Negra, y Mariane Oliveira, de Mary’s Brigadeiro Fine Brazilian Sweet, una empresa que comenzó con una inversión de 2,500 dólares, ya tiene una tienda y está empezando a crecer gracias a la ayuda obtenida de la alcaldía de Toronto.
El Cónsul General de El Salvador en Toronto, Oscar Toledo, participa en la iniciativa LABTI y fue uno de los maestros de ceremonia de la actividad, y al referirse a la historia de estos cinco emprendedores de origen latinoamericano dijo que todos ellos tienen un común denominador: todos pasaron por diversas adversidades antes de crecer.
“Un negocio no solamente es invertir y de la nada va a salir la ganancia, no, generalmente se tiene que pasar por adversidades, pero cuando uno tiene una idea, un sueño, un objetivo y cree en él, todo es posible”, explicó.
En este sentido, dijo que los consulados de los países de América Latina en Toronto están jugando un papel de facilitadores entre cada una de las comunidades y la alcaldía de Toronto, principalmente porque muchos miembros de la comunidad desconocen los programas que aquí existen para apoyarlos en sus emprendimientos.
“La comunidad latina es una comunidad joven que trae ganas de trabajar, y muchos vienen con una mentalidad emprendedora, de crear empresas, el problema es que muchas veces no conocen los programas que existen, así que nosotros tenemos una función de conectividad con la ciudad de Toronto”, explicó.
En este sentido, hizo un llamado a quienes quieran comenzar un negocio para que se acerquen a los consulados respectivos, donde ellos pueden gestionar las referencias necesarias para que conozcan los diferentes programas, capacitaciones, prestamos, etc., a los que pueden tener acceso.