FRANCISCO REYES / TORONTO /
Para unos es una celebración pagana, para otros es una festividad religiosa. La verdad es que el Día de la Santa Cruz es una tradición que envuelve tanto las tradiciones ancestrales de los indígenas latinoamericanos como también las prácticas religiosas de la Iglesia Católica Romana, las cuales fueron juntadas a fuerza de espada durante la conquista española de América.
Las turbonadas que los “demonios” de la atmósfera desataron sobre la ciudad el domingo pasado no lograron obstaculizar la celebración del Día de la Santa Cruz, en un contexto de rescate de esta tradición hispanoamericana.
La fiesta en el calendario católico es el 3 de mayo, pero por las complejidades de esta sociedad pragmática y los compromisos de trabajo de los participantes, fue corrida deliberadamente por los organizadores para que, en un lugar privado de Toronto, pudieran dar testimonios de cómo se celebra en sus países de origen.
Como parte de las costumbres aborígenes y de las que impusieron los conquistadores, desde México hasta el extremo sur de Chile, esta festividad es una simbiosis o mezcla de creencias ancestrales autóctonas del continente y de las creencias cristianas impuestas por los españoles, explicó Oscar Armando Toledo Soriano, Cónsul General de El Salvador en Toronto, en la introducción sobre el origen del Día de la Santa Cruz.
Ella se remonta a los días en que Constantino oficializó el cristianismo como religión del imperio Romano, amplió el cónsul salvadoreño, indicando que un 3 de mayo Santa Helena, la madre piadosa del emperador, rescató en “Tierra Santa” la cruz en que supuestamente fue clavado Jesucristo y que la llevó a la Iglesia de Roma, desde donde fue distribuida en fragmentos a las iglesias de España, Macedonia, Grecia, Turquía, Siria, Iraq y Egipto, entre otras del mundo de la geografía bíblica.
De España, los conquistadores trasladaron la celebración a América, para suplantar las creencias paganas de los nativos de nuestro continente, precisó Toledo Soriano.
Abundó que, en el caso de América Central, particularmente en El Salvador, no pudieron erradicar por completo un rito relacionado con el ciclo de la lluvia, la siembra y la cosecha, ofrecido al Dios Xipe-Totec, para que hiciera llover sobre los campos a principio de mayo, de modo que los agricultores pudieran labrar la tierra para la siembra, sacrificando un esclavo o prisionero de guerra y ofreciéndole frutas de la cosecha anterior, amplió.
Ambas costumbres se fusionaron para dar origen a lo que es hoy la celebración del Día de la Santa Cruz en toda la zona de Mesoamérica.
La cruz, construida con palo de jiote, tiene que ser vestida con festones y cintas, a la vez que se les colocan, como en la celebración más ancestral, casi la misma variedad de frutas, entre ellas mangos, bananos, sandias, melones, etc., de las que pueden tomar una, después de rezarle, quienes vienen a adorarla.
El cónsul salvadoreño se lamentó de que esta tradición se ha ido perdiendo en la medida en que los pueblos han ido dejando de ser agricultores y porque las jóvenes generaciones no están interesadas en preservarla.
Sin embargo, precisó que “detrás de la celebración de la Santa Cruz hay un reconocimiento explícito a los agricultores que producen los alimentos que se consumen las ciudades, tras haber logrado dos cosechas de maíz al año y un de frijol para el mercado de subsistencia”.
Carmen Aquino, de Armenia, Departamento de Sonsonete, dijo que sus padres no celebraban la Santa Cruz, pero que no impedían a sus hijos ir en peregrinación hasta un lugar conocido como Las Peñitas, donde hay un santuario de adoración en el que juega un papel importante el turismo interno y el comercio local.
La señora Blanca Restrepo fue más teatral. Explicó que en su natal Colombia se celebra enterrando junto a la cruz deseos escritos de los que la adoran, después de una oración y de decir 1,000 veces Jesús. Más que escenificarlo, hizo que los presentes adoraran la cruz, pero pidiendo los deseos en el pensamiento y rezando 10 Jesús y un Padrenuestro.
El dominicano José Toribio explicó que, en ciertas zonas de su país, los fieles salen en procesión llevando la cruz hasta un lugar de adoración. También llevan frutas que, luego de ser bendecidas, se reparten entre las personas más pobres para que Dios multiplique la cosecha.
Marcelo Avelar, músico salvadoreño que dirige coros en la Iglesia San Felipe Neri, entonó canciones referentes a la adoración de la Santa Cruz, según el ritual propiamente católico.
A pesar de las diversas formas de adoración de la Santa Cruz, la celebración tiene un mismo fin peticionario en el ciclo de las lluvias, la siembra y la cosecha: que haya abundancia de alimentos y frutos para los pueblos.
Para los centroamericanos, si llueve el Día de la Santa Cruz es señal de que habrá buena cosecha, lo que, de ser cierto, significaría que la cosecha de este año en Toronto será abundante, porque el domingo pasado, justo en medio de la celebración, ¡llovió a cántaros!