PURO TEJADA / TORONTO.
Con las palabras, esas que sirven para hacer comprensible lo que pensamos y sentimos, ésas que parecen perder brillo cada vez que las usamos en la calle o en la alcoba, con esas mismas palabras es que el poeta y la poetisa tienen que hacer la magia del arte. Cada vez nuevas, cada vez multívocas.
Pilar Gonzalez (Medellín, Colombia) lo sabe muy bien. Con estudios de letras de grado en su país y de post grado en la Universidad de Toronto, Pilar se ha lanzado al ruedo poético publicando textos en suplementos y medios electrónicos, así como en diversos espacios tales como la Tertulia Bohemia y los recitales de la Casa Cultural Ferriz Olivares.
Lo primero que salta a la vista es la profunda influencia helénica clásica en sus trabajos, reinterpretada a su modo y que le crea puntos de coincidencia con su otra notable influencia: el inmenso Jorge Luis Borges (que es incluso citado intertextualmente). Otro elemento interesante es la relación de la creadora con el cuerpo físico, sus limitantes y posibilidades:
“Cómo no reconocerme absorta
cómo no atender al llamado de los ángeles
cómo no vivir atenta
a cuerpo abierto
si sólo tengo uno y sus medidas
1.62 de estatura
59 de peso tridimensional
no sé de su masa y su volumen
sí, de mi pequeñez.
Cómo no atender entonces
reconocerme efímera
vislumbrar la belleza
poder escuchar el dulce lagrimeo de los ángeles”
(Del poema Pequeña Lagrima)
Debo anotar que no había visto en otro/a poeta el profundo uso de la poética: a la González le apasionan las palabras en sí en todas sus facetas, quizás fruto de su formación personal y académica:
“Las palabras son esas huellas sonoras
que navegan en la mente.
Que se ordenan como sombras
que en el verdadero murmullo del mundo
nos alejan de lo que en esencia somos,
y nos dejan solos, solos
en el desconocimiento absorto”
(Del poema Huellas Sonoras)
Pero Pilar no se detiene en su yo artístico para escoger sus temas: ella abre sus alas al universo para verse permeada de temas diversos como la muerte, la intimidad familiar la injusticia social o la armonía musical.
No me queda más que agradecer la privilegiada lectura de los poemas de Pilar González, ser testigo de su belleza interna y externa y esperar el momento en que ella y otras damas de la poesía latina de Toronto hagan una eclosión de valores literarios publicando sus libros. Ya truena el Olimpo.
*Puro Tejada es un escritor dominicano residente en Toronto.