OSCAR VIGIL / TORONTO /
Colombia pareciera estar comenzando a ver la luz al final del túnel, ya que la finalización del sangriento conflicto armado que lleva ya más de 50 años y 220,000 muertes podría concretarse en el mes de marzo del próximo año. Pero Colombia necesita algo más que el callar de los fusiles, necesita una paz con justicia social, explicaron dos dirigentes en Toronto la semana pasada.
Felipe Rangel Uncacia es un líder indígena del pueblo U’wa, de Arauca, Colombia, portavoz de las Naciones Originarias y defensor de la tierra con la Asociación de Cabildos y Autoridades Indígenas del Departamento de Arauca, quien asegura que es importante que se estén dando los diálogos entre el gobierno colombiano y la guerrilla porque el problema lo viven principalmente los campesinos, los indígenas y los afrodescendientes.
“Hay muchos problemas sociales en nuestras comunidades, en nuestros pueblos, y lo que pretendemos es que verdaderamente se aclimate y se baje el nivel de intensidad del conflicto que vivimos en Colombia. Pero el conflicto es ocasionado por ciertos factores: primero por el abandono estatal que el gobierno ha tenido por las comunidades campesinas, afrodescendientes e indígenas en el país, y lo otro, también porque el gobierno viene implementando muchas políticas que destruyen el medio ambiente, destruyen todo lo que tiene que ver con el territorio y también tiene políticas que van en contravía de un proceso para los pueblos indígenas y toda la sociedad en general”, asegura.
En concreto, el líder indígena dice que se debe negociar también el tema del modelo económico-social para que Colombia pueda alcanzar una paz justa y duradera.
“Este proceso es de mucha importancia porque es importante que se acabe la guerra, pero a la vez necesitamos que el gobierno se comprometa y mire más el tema social, que es lo más importante. Hemos dicho también que es importante dialogar el tema del modelo económico, porque son temas estructurales que vienen afectando notoriamente al pueblo colombiano”, explicó.
Rangel Uncacia llegó a Canadá para hacer una gira por diferentes ciudades del país explicando cuál es la situación de la población indígena, campesina y afrodescendiente, particularmente en el contexto en que están a punto de lograrse los últimos acuerdos necesarios para que se firme la paz entre el gobierno Colombiano y las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
En Toronto estuvo como invitado especial de la Colombia Action Solidarity Alliance (CASA) en diversas actividades con la comunidad colombiana, latinoamericana y canadiense, y en algunas de ellas en compañía de otro invitado especial, el líder sindical Francisco Ramírez Cuellar, miembro del equipo jurídico de la Central Unitaria de Trabajadores, y responsable de las acciones judiciales internacionales en la jurisdicción civil de Estados Unidos, Inglaterra y Canadá.
Ramírez Cuellar también coincide en que el proceso de paz colombiano se ha quedado corto en sus alcances. “Esa es una negociación política que es necesario hacerla porque desarma una parte del conflicto armado, pero nosotros pensamos que mientras no se discuta el modelo económico, que es el motor que genera la violencia, la desigualdad, los problemas sociales, ambientales, etc., de la sociedad colombiana, ahí no va a haber ninguna posibilidad de paz”, asegura.
Las negociaciones entre el gobierno colombiano y las FARC, las cuales se llevan a cabo en la ciudad de La Habana, Cuba, iniciaron formalmente el 18 de octubre del 2012 y comprende cuatro fases, la primera fue la etapa de acercamientos secretos, luego la de concreción de los acuerdos (que es en la que se encuentra en estos momentos), la tercera es la de refrendación de los acuerdos y la cuarta será la implementación de éstos.
En estas rondas de negociaciones, en las cuales participan los máximos dirigentes de las FRAC así como también altos representantes del gobierno colombiano, se han estado abordando cinco temáticas: política de desarrollo agrario integral, participación política, el fin del conflicto, la solución al problema de las drogas ilícita y la reparación a las víctimas. Un sexto apartado abordará el tema de la implementación, verificación y refrendación de los acuerdos.
Está incluido el tema agrario, pero ambos dirigentes coinciden en que el alcance del mismo será mínimo, por lo que es necesaria una negociación más amplia y profunda que incluya el tema económico y social. De lo contrario, el proceso va a quedar únicamente en “una negociación y un proceso de paz, entre comillas, como lo tuvo Sud África, El Salvador y Guatemala, que fue un fracaso total, y van a surgir nuevas formas de violencia social que expresan la aplicación de un modelo criminal”, explicó Ramírez Cuellar.
Por su parte, Sandra Cordero, coordinadora de la Colombia Action Solidarity Alliance (CASA) y organizadora de la gira, dijo que muchos canadienses de origen colombiano que viven en Toronto coinciden con los planteamientos de los dos dirigentes.
“La paz está siendo negociada entre dos organizaciones para quitar el vínculo armado, eso es muy bueno, pero en la agenda de ellos no está incluido el tema del sistema neoliberal o la globalización, y si no está esta temática, no va a haber justicia social, no va a haber salud para la gente, no va a haber servicios públicos ni educación ni trabajo”, apuntó.