OSCAR VIGIL / TORONTO /
Bajo un penetrante frio propio del inestable inicio del otoño, varias decenas de hispanos y miembros de los diversos grupos étnicos del país se reunieron en la ciudad para dar calor a sus vidas alrededor de una fogata celebrando el inicio del Año Nuevo Lunar Maya.
Según la tradición popular, en el calendario maya coexisten varias cuentas de tiempo: el calendario sagrado (tzolkin o bucxok, de 260 días), el ciclo solar (haab, de 365 días), la rueda calendárica de 52 años, la cuenta larga de 5,200 años, la cuenta lunar de 18 meses lunares, la cuenta venusiana de 584 días, la cuenta de los señores de la noche de 9 días y muchos más.
Sobre todo esto se habló, pero más importante aún, se reflexionó, el domingo pasado en el Dufferin Grove Park (Dufferin Street y Bloor Ave. West), donde el Grupo Waxaq’ib Q’ojoom Toronto realizó la ceremonia del inicio del año Cholq’ij, que en el Calendario Sagrado Maya se conoce como el día Waxaq’ib B’atz.
El objetivo del evento, que se llevó a cabo en el marco de las celebraciones del Mes de la Herencia Hispano-Latina, era “ofrendar para agradecer por nuestra vida y la de los que amamos, por el aire que respiramos, por la tierra que nos nutre, por la luz que nos ilumina, por la oscuridad y el silencio para el descanso”.
Para ello, los participantes llevaron consigo velas, flores, yerbas secas, miel, ajonjolí, azúcar, chocolate, incienso “y el corazón abierto al amor”. Un dato interesante es que todas las ofrendas eran de color rojo, negro, blanco y amarillo, que representan los colores de los diferentes grupos humanos y los cuatro colores del maíz.
Nana Maria, la sacerdotisa Chiqui Ramírez, fue la encargada de dirigir la ceremonia, explicando y reflexionando sobre cada uno de los ritos que envuelven esta celebración. Peticiones por uno mismo, por la familia, por las cosechas, por quienes ya no están con nosotros, por la armonía de la humanidad y por la sabiduría para los dirigentes del país, entre muchas otras, fueron realizadas sobre la base de cada una de las ofrendas y de cada uno de los colores.
El incienso definitivamente jugó un papel fundamental, así como también las velas y las semillas, las cuales ardieron y calentaron a la audiencia durante la hora y media que duró la ceremonia, que fue acompañada de tambores, cantos y bailes a cargo del grupo Danza Azteca.
Cristina Martins, la Diputada Provincial que representa la zona donde está ubicado el parque, y quien introdujo el año pasado la legislación que decretó el mes de octubre como el Mes de la Herencia Hispana en la provincia, estuvo presente apoyando a las naciones originarias latinoamericanas. Lo mismo hicieron también representantes de las primeras naciones canadienses y varias decenas de miembros de la comunidad que aprendieron y reflexionaron con el exquisito ceremonial maya.
Al final, una bebida de maíz, tradicional de las culturas indígenas mesoamericanas, selló el ceremonial de los asistentes, transportándolos miles de años atrás en la historia, cuando la vida comunitaria en América era más simple, más cálida y más humana.