GILBERTO ROGEL / TORONTO /
El fin de semana, aprovechando lo últimos días del verano, caminamos con mi familia por una buena parte de la concurrida calle Queen West y en medio de las tiendas de ropa y demás cosas interesantes que te puedas encontrar, algo captó mi atención casi de inmediato, una pequeña tienda exhibía una camiseta con esta leyenda “Stop Harper”. Por supuesto me causó risa y también ratificó mis sentimientos sobre la participación de los residentes de Toronto en la elección federal que se acerca.
Es claro que por el momento ninguno de los principales partidos políticos tiene asegurado nada. Al conservador le gustaría creer que la población los va a premiar con otro cuatro años de mandato, sobre todo con los regalitos brindados curiosamente hace pocas semanas atrás, de igual manera que la gente no le dará mucha importancia al escándalo de los senadores, en donde sólo un ciego creería que el Primer Ministro no supo nada o no ordenó el famoso Duffy cheque.
Por más vueltas y retorcidas respuestas que le quiera dar el Primer Ministro al tema del Chequegate, este es una sola muestra de cómo los Conservadores han manejado las riendas del país, quizás creyendo que la población nunca se enteraría de los manejos oscuros y discrecionales de los fondos públicos. Como dirían popularmente, todo indica que ahora “les salió el tiro por la culata”. Hay demasiada información en los principales medios de comunicación que está demostrando un conocimiento cercano del circulo Harper sobre este penoso e ilegal asunto.
Pero como me decía recientemente un amigo, en Canadá ocurren cosas que no las creerías en nuestros países Latino Americanos, por ejemplo es evidente que el partido Liberal también tiene muchas patas largas y facturas que pagar. Por ejemplo, el escándalo de las plantas de gas que se debieron construir una en las cercanías de Mississauga y la otra en Oakville y que fueron canceladas a última hora sin importar los millones de dólares (fondos públicos -impuestos que cada uno paga) que literalmente se fueron a la basura por oscuras decisiones políticas encabezadas por el anterior Premier Provincial Dalton McGuinty, quien ahora parece enterrado en el baúl de los recuerdos.
Por el otro lado, los anaranjados del NDP vienen ganando terreno como pocos lo habrían pensado. Una reciente encuesta los posicionó bastante bien en muchos barrios del gran Toronto, arriba de los tradicionales liberales y mucho más de los conservadores.
“Personalmente este es un gran dilema en mi barrio”, me dijo un nuevo ciudadano Canadiense quien ha vivido en el país por ocho años y ha visto la política local más con un ojo externo, agregando que “ahora todo ha cambiado, en mi barrio tenemos dos excelentes candidatos de los partidos opositores, pero por desgracia solo uno ganará, debo pensar con mucho cuidado a quien le daré mi voto, si voto por el que quiero o si voto por quien realmente tiene las posibilidades practicas de formar un nuevo gobierno, este es mi dilema”.
Sin lugar a dudas muchos ciudadanos nos veremos en este dilema, habrá que esperar a ver cómo las aguas se mueven en las próximas semanas y así tener claro que el derecho a votar también es una responsabilidad que debemos ejercer pensando con mente fría y sin pasionismos.