Terminó la fiesta, cada cual para su casa

TorontoPanAm2015GILBERTO ROGEL / TORONTO /
Con espectaculares juegos pirotécnicos, el pasado Domingo 26 la fiesta del deporte amateur fue clausurada con supuestos triunfos para los organizadores y con evidentes alegrías para los atletas Latinoamericanos. Pero como dice el viejo dicho: “La fiesta se terminó, calabaza calabaza cada cual para su casa”.

Como lo dijimos en la ocasión anterior, los Juegos Panamericanos fueron una excelente oportunidad para mostrar al mundo el ingenio y la creatividad de la ciudad de Toronto, sin embargo las primeras lecciones comienzan a aflorar.

En un periódico gratis de esta ciudad, una columnista no escatimaba criticas para la pobre y deslucida cobertura televisiva realizada por la influyente cadena CBC, la cual en ciertos casos no puso al aire las más importantes competencias, ni muchos menos las premiaciones de los más conocidos atletas locales. La excusa de la televisora financiada con fondos públicos fue el bajo presupuesto con que cuentan producto de la serie de recortes financieros que el gobierno Conservador ha ejecutado en los últimos años, al parecer por represalias o venganzas políticas.

Particularmente me causa risa escuchar este argumento. Una empresa pública del tamaño y el calibre de la CBC no debería escudarse en este tipo de planteamientos. En cualquiera de nuestros países Latinoamericanos, con la mitad de los fondos recibidos por la CBC, una modesta televisora pública hubiera hecho maravillas; se han visto excelentes coberturas deportivas con producciones de primer nivel con mucho ingenio, pero sobre todo con mucho profesionalismo, algo que acá nos faltó por muchos lados.

Sin embargo el ingenio y la picardía latina volvieron a aflorar en los juegos de Toronto. Bueno casi nadie, particularmente aquellos vinculados al Comité Organizador de los Juegos, quieren hablar o mejor opinar sobre el conocido y polémico tema de las deserciones. Los medios de prensa local han hablado que más de una veintena de atletas originarios de Cuba salieron a pasear (a turistear como dirían en mi tierra) y ya no regresaron.

“Con seguridad se fueron a conocer las Cataratas de Niagara y por mala suerte se perdieron en el camino y ya que estaban tan cerca del puente entonces decidieron porque no probamos a ver si realmente funciona la ley de los “pies secos, pies mojados” (Cuban Adjustment Act 1966). En este momento deben estar almorzando una enorme Burger en las playas de Miami”, me dijo con sarcasmo mi vecino Cubano, quien pese a declararse anti revolución lleva viviendo más de 25 años en Toronto, “porque creo en la dignidad del ser humano” ratifica con orgullo Canadiense.

El caso Cubano merece una atención particular. Por primera vez en cerca de 50 años la isla no llegó ni al tercer lugar del medallero total, como ha sido la costumbre en este tipo de competencias, en donde el coraje y la técnica de los atletas caribeños ha alcanzado niveles únicamente comparables con países como Canadá, Estados unidos y algunos de Europa. Pero el tiempo no se detiene y la isla deja ver grietas cada día mas grandes y evidentes, especialmente en el tema deportivo olímpico que ha sido el estandarte desde la llegada de la revolución hace más de 60 años.

Mientras esto ocurre, países como Brasil y Colombia están ganando más terreno y más medallas. Los atletas brasileños vinieron a Toronto y alcanzaron un nivel destacado, una muestra del papel gubernamental que esta invirtiendo muchos de sus recursos en la contratación de excelentes entrenadores, construcción de modernas instalaciones deportivas y sobre todo selección y formación de jóvenes promesas.

La fiesta deportiva terminó en Toronto y vendrá el momento de pasar las facturas, que como en cualquier país tendrá una serie de matices desde puramente económicos hasta políticos; mientras tanto habrá que esperar si las autoridades se embarcan en otra aventura, postular la ciudad para organizar los Juegos Olímpicos de verano del 2024, una apuesta que no será nada barata. Por ahora habrá que revisar los libros y hacerlos llegar a las cantidades prometidas.