40 años despues, sobreviviente cuenta en Toronto su dolorosa vivencia durante masacre en El Salvador

ESMasacre30deJulio19751FRANCISCO REYES / TORONTO /
El 30 de julio de 1975 marca una de las páginas más trágicas de la historia de El Salvador. Esa mañana fueron asesinados a mansalva cerca de 200 estudiantes universitarios mientras caminaban pacíficamente por las calles de la capital del país centroamericano. Gustavo Guillén, psicólogo y ahora consejero en la Catholic Children’s Aid of Toronto estuvo ahí, y 40 años después relata los acontecimientos.

Temprano de la semana, habíamos acordado con Gustavo Guillén reunirnos en un punto específico de esta ciudad para que nos hablara sobre la peor masacre estudiantil ocurrida en la historia de El Salvador, exactamente el 30 de julio de 1975.

Teníamos informaciones de que Gustavo había participado en esta actividad de protesta que terminó en un trágico hecho de sangre que sirvió para aumentar el combustible del descontento popular reprimido en el país más pequeño de América Central, y cuya válvula de escape fue más tarde el estallido la guerra civil de 1980 a 1992, con saldo de más de 75, 000 muertos y desaparecidos.

A 40 años del asesinato de los estudiantes universitarios, cuyo número aún no ha sido establecido pero que oscila alrededor de cien muertos, algunos salvadoreños residentes en Toronto y que fueron, como Gustavo Guillén, estudiantes de la Universidad Nacional de El Salvador, recuerdan con tristeza aquel episodio negro como uno de los peores atropellamientos a los derechos humanos en aquel país, gobernado en ese entonces por el aparato policíaco-militar de la Guardia Nacional, la Policía de Hacienda y la Policía Nacional.

Gustavo, haciendo uso de su memoria, contó a este medio lo que vivió en la masacre que, al ser comparado con las versiones ofrecidas en la Internet, hay una increíble exactitud y precisión en la narración de los hechos.

“Yo era candidato por el PAU para ser miembro de la Asociación de Estudiantes Universitarios. Estaba en la carrera de Psicología en la Universidad Nacional de El Salvador y decidí participar, junto a otros compañeros, en la marcha de protesta por el allanamiento del Centro Universitario de Occidente y por otros atropellos del viernes 25 y el martes 29 de 1975 en la ciudad de Santa Ana”, ubicada en la zona occidental del país, empezó Gustavo, quien labora como trabajador protector de niños en la Catholic Children’s Aid of Toronto.

“La marcha avanzaba y, a la altura de un paso a desnivel, fuimos recibidos con ráfagas de disparos. Muchos pudieron huir, pero unos 200 estudiantes quedamos atrapados en el puente, recibiendo las balas disparadas por armas largas. Intentábamos subir el muro para guarecernos en el Instituto Salvadoreños del Seguro Social. Las balas zumbaban”, relató.

ESMasacre30dejulio19752“En el forcejeo, se produjo una situación especial. Una compañera cayó al piso con el cuerpo destrozado. Una mitad en la cuneta y la otra mitad en el pavimento. Una tanqueta vino desde atrás, avanzó y la aplastó con la llanta a la altura del abdomen. Esto me dejó pasmado, en estado de shock”, describió Gustavo.

“Sabía que estábamos en medio de una masacre. Me lancé desde la parte superior del desnivel, descolgándome. Tenía agilidad. Contaba con 19 años. Tuve suerte y caí sobre la capota de un carro. Lo mismo hicieron otros compañeros, pero se lesionaron”, agregó.

“Nos fuimos a refugiar en un taller de mecánica: Taller Méndez, y vimos a una compañera ahogándose con los gases lacrimógenos. La asistimos. Coincidencia: era Nadia Díaz, quien luego fue comandante guerrillera del FMLN y, luego, cuando estuvimos en la legalidad, diputada al PARLACEN”, dijo.

“Ya en el taller, vimos que hirieron a un estudiante. Mi compañero y yo fuimos a recogerlo. Empezaron a dispararnos. Le dije que lo soltara y huyera, pero no me hizo caso. A los dos los mataron”.

“Cuando todo volvió a la ‘calma’, los compañeros querían continuar la marcha, en protesta por la masacre. Algunos nos opusimos para evitar el genocidio que estaban cometiendo militares y policías bajo las órdenes del ministro de Defensa y Seguridad Pública, coronel Carlos Humberto Romero, dos años más tarde presidente del país, y por el coronel Arturo Armando Molina, quien había sido presidente de El Salvador entre 1972 y 1977. Irónicamente, los que querían ‘salvar’ al país”.

Al ser cuestionado sobre su experiencia tanto al momento de los hechos como 40 años después, Gustavo Guillén respondió que “era un muchacho joven con ideas de Allende, del Che y de los movimientos de liberación. La marcha era una forma de manifestar mis ideas, dentro del movimiento estudiantil. Ha sido una experiencia que conservo a lo largo de mi vida y ha servido para forjar mi carácter. Aún después de haber sido profesor de Psicología por 20 años en la misma universidad. Si se repitieran los hechos, participaría nuevamente, con conciencia”.

Gustavo vino a Toronto en 1991. “Antes de ocupar el puesto que tengo tuve que hacer limpieza, trabajar en una imprenta y repartir pizzas a domicilio. El mensaje que envío a las jóvenes generaciones es que nos envolvamos en los procesos políticos para evitar que el monstruo de la corrupción no sea la constante de los distintos gobiernos, sean de derecha o de izquierda. Hay que luchar por la justicia”.