OSCAR VIGIL / TORONTO /
Más allá de las instalaciones deportivas, las competencias, la publicidad, el tráfico, las críticas y la política al interior de los Juegos Panamericanos 2015, el evento deportivo que por primera vez se lleva a cabo en Toronto ha despertado la nostalgia de las comunidades inmigrantes con los atletas de sus respectivos países de origen.
Decenas de salvadoreños se reunieron el fin de semana con los atletas del país centroamericano que participan en las justas deportivas, en una reunión familiar en la que compartieron anécdotas, sueños y esperanzas, así como también pupusas, panes con pollo y panadería típica de El Salvador.
El evento, que fue una iniciativa del Consulado General de El Salvador en Toronto y contó con el apoyo de la Asociación Salvadoreño Canadiense (ASALCA), se llevó a cabo en las instalaciones de la Casa de los Amigos, ubicada en la zona de Bloor y St. George.
Ahí, una veintena del medio centenar de atletas que componen la delegación deportiva salvadoreña se hicieron presentes para conocer a la diáspora, para contarles como les está yendo en las competencias y en la ciudad, pero también para pedirles que se involucren más en la promoción del deporte en su país de origen.
Oscar Toledo, Cónsul de El Salvador en Toronto, dijo que en el encuentro se produjo una reacción muy emotiva de parte de los atletas, dado que “han sentido el apoyo y la admiración de los salvadoreños en el exterior, de mucha alegría, algunos de ellos incluso dicen que en los diferentes eventos que han tenido en diferentes partes del mundo no han tenido una recepción así, por la calidad y calidez de la gente que los recibió”.
Agregó que el objetivo de la actividad era precisamente propiciar el intercambio entre la delegación deportiva y la comunidad en la ciudad, “generar un intercambio de opiniones e ideas sobre cómo mejorar el deporte en El Salvador, así como también apoyarlos en las competencias”.
En el evento también abundó la buena música a cargo del Grupo Tayua, el cual es dirigido por la joven salvadoreña de la segunda generación de inmigrantes, Daniela García, así como también a cargo del niño Xavier Linares, uno de los más jóvenes exponentes de la música salvadoreño canadiense.