“Retratos de una búsqueda”, la historia de los desaparecidos por la guerra al narcotráfico en México

Directora Alicia Calderón

Directora Alicia Calderón

OSCAR VIGIL / TORONTO /
“Si ellas pueden con su tragedia, ¿por qué nosotros no podemos seguir acompañándolas y seguir exigiendo la profesionalización de los procesos de justicia, de los procesos de identificación de personas, de los procesos de investigación en todos nuestros países, no sólo en México?”, se preguntó Alicia Calderón, Directora del documental “Retratos de una búsqueda” (Portraits of a Search), durante su presentación en el Festival de Documentales Hot Docs, en Toronto.

Su pregunta, cargada de turbación, es sin duda la reacción lógica de una mujer que durante más de cuatro años ha sido testigo directo de la desdicha de cientos de mujeres que cada día se levantan y salen a las calles con la esperanza de encontrar a sus familiares desaparecidos en la terrible guerra contra el narcotráfico que actualmente se libra en México.

“Esta es una película sobre la fortaleza y el amor de las madres hacia sus hijos desaparecidos, y su conversión, su invitación a mirarlas y convertirnos en algo tan fuerte como lo que están haciendo ellas”, insistió, con clara admiración hacia esas mujeres que poco a poco, con su dolor a cuestas, han comenzado a hacer mella en la conciencia de un pueblo que parecía haberse acostumbrado a la violencia sin sentido.

“Retratos de una Búsqueda” es la historia de tres mujeres, madres de igual número de desaparecidos en la más reciente guerra que vive México, quienes a través del documental se convierten en el símbolo de sufrimiento, de esperanza y lucha de miles de mujeres que viven situaciones similares.

REVISTA DEBATE: ¿Con qué idea comenzaste a producir “Retratos de una Búsqueda”?
ALICIA CALDERÓN: Empezamos hace cuatro años, un poco más. En ese momento en México todavía no teníamos clara cual era la dimensión de los efectos de la llamada oficialmente “guerra contra el narcotráfico”. Estábamos preocupados por el número de personas asesinadas, pero respecto a los desaparecidos no teníamos la dimensión del problema.
Entonces la gente empezó a salir a las calles a protestar, y ahí fue que nos dimos cuenta de que la mayoría de los testimonios eran de madres buscando a sus hijos, porque a diferencia de quienes ya tienen el cuerpo y que podían empezar a hacer el duelo, los padres de los desaparecidos no tenían un camino que seguir, ni siquiera legal. Entonces fue cuando vimos que ese iba a ser uno de nuestros problemas en materia de derechos humanos más grave, sino es que el más grave, de las próximas décadas, y que teníamos que comenzar a hacer un documental sobre esto.
No queríamos hacer un documental sobre lo que pasó sino que sobre lo que estaba pasando. Entonces comenzamos a hacer el documental sin financiamiento, porque queríamos hacerlo antes de que (el ahora ex presidente) Felipe Calderón, que fue quien inició con esta política, dejara el gobierno.
La idea era visibilizar a las víctimas, a las madres en particular, a las familias que están sufriendo por encontrar a sus hijos.

PortraitsOfASearchRD: ¿Qué tan difícil fue filmar una problemática donde hay tantas emociones a flor de piel?
AC: Con cada mamá fue diferente. Para cada mamá, lo más importante de participar en un documental es que tienen la esperanza de que alguien que vea el documental, ellas así lo dicen, les pueda acercar información sobre lo que pasó con sus hijos. Entonces, aunque para algunas es difícil tener una cámara cerca, aceptaron por eso.
Para el equipo, obviamente por las condiciones de seguridad que se viven en México, por lo peligroso que es abordar este tema, y por lo emocional, pues fue muy difícil. De hecho, cuando me preguntan siempre digo que mi editor me dijo que en sus honorarios no me incluyó la terapia! Porque los testimonios son muy dolorosos, desgarradores, es una visión muy subjetiva, tan subjetiva como el amor de una madre a su hijo, y con eso no hay manera de no identificarte, de no condolerte. Y estar trabajando durante tanto tiempo con ese material y escuchando testimonios de las madres, ha dejado también secuelas evidentemente en nosotros. Pero siempre decimos, si ellas pueden, ¿por qué nosotros no?

RD: Durante esos cuatro años que duró la filmación, ¿cómo observaste la evolución de las madres?
AC: El documental tenía la intención de no sólo mostrar a la mamá que lloraba por su hija, etc., sino cómo se van empoderando de los procesos, cómo van convirtiéndose también hacia el activismo y hacia hacer política incluso. Se ve esa evolución de las madres, cómo el dolor las va fortaleciendo. Y en el caso de una que no tiene los mismos recursos de las otras para estar viajando, para ir al Congreso de Estados Unidos, a las manifestaciones, etc., también la vemos cómo se va de alguna manera intentando recuperar y continuar con su vida cotidiana para salvar a su nieto, que se queda sin sus dos padres porque están desaparecidos, entonces ella su fortaleza la destina hacia seguir adelante por su nieto.
Eso es una evolución que se ve dentro de la película. Pero después de la película, ya ahora, una de estas mamás hizo una asociación civil que se llama “Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos Jalisco” (FUNDEJ), otra de ellas desgraciadamente terminó por salirse de su pueblo. En el documental se ve cómo hay una estigmatización y cómo la gente las señala y hace chismes en torno a ellas, y ahora ya no vive más ahí. Ese es otro de los efectos de esta guerra contra la población civil y entre los carteles de droga, que hay miles o millones de desplazados en México.
Y otra de ellas fue invitada por el gobierno a formar parte de un comité de padres que se dedica a buscar a los hijos de otras personas. Entonces, siguen trabajando en esa causa por distintos caminos cada una.

RD: ¿Cuál fue la participación en el documental de las madres y organizaciones que defienden los derechos humanos?
AC: Nosotros elegimos tres mujeres que en mi opinión son muy distintas entre ellas, precisamente para dejar claro que no hay un patrón de desaparecidos, un patrón de familias, que este es un problema que ha alcanzado a todo el país.
Los últimos cálculos de organizaciones civiles, que siguen siendo conservadores, es de 30 mil casos de desaparecidos en este periodo, y en el gobierno (del actual presidente) Enrique Peña Nieto sigue el tema de las desapariciones y de hecho proporcionalmente parece que son más ahora en comparación con el mismo periodo de Felipe Calderón.
Es muy importante decir que estas tres mamás son tres de por lo menos 30 mil madres que están buscando a sus hijos en México, falta contabilizar las de Centroamérica. Obviamente alrededor de ellas, y en este proceso de empoderamiento y de conversión hacia al activismo, está participando el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que es la caravana que vemos que llega a Washington. Este es quizás hasta ahora el movimiento más importante que se ha gestado en México en los últimos tiempos, junto a los movimientos estudiantiles.
Entonces, alrededor del rodaje había miles de casos, miles de historias que contar, que desgraciadamente no podíamos incluir, y dentro del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad pues había muchos casos de padres, no sólo de mujeres, también de padres buscando a sus hijos, y una estructuración, un debate permanente sobre cómo tenemos que organizarnos los mexicanos.
Ahora los caminos son un poco más claros y creo que en gran medida es gracias al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que gestó Javier Sicilia, el poeta que sale muy desdibujado porque no queríamos focalizarnos en él. A este movimiento le debemos en gran parte que ahora en México haya ya por lo menos unas seis o siete organizaciones de madres que buscan a sus hijos desaparecidos.

RetratosDeUnaBusqueda2RD: La lista de agradecimientos al final de tu documental es bastante larga, ¿cuál es la razón?
AC: Es que hicimos campaña de financiamiento colectivo para conseguir fondos. Tenemos 250 personas que pusieron dinero, desde cien pesos mexicanos (poco menos de diez dólares) hasta 700 dólares. Fue una producción colectiva y estamos muy orgullosos de eso porque la gente nos arropó porque el tema es muy importante y nos dio dinero para avanzar con la película. Ya después, para la etapa más cara de post producción, conseguimos dinero del Instituto Mexicano de Cinematografía (Incine). Pero llegamos hasta ese punto gracias a más de 250 personas.

RD: ¿Cómo ha sido la recepción de tu documental en México?
AC: La película la terminamos hace muy poco, a finales del año pasado, y afortunadamente fuimos seleccionados por el circuito más importante de documentales que tiene ahora México, Ambulante, y con ese fuimos a 14 ciudades.
Estrenamos en Morelia a finales del año pasado y acaba de suceder lo de Ayotzinapa. Entonces, estábamos pensando en una película y un público, y cuando estrenamos acababa de suceder lo de Ayotzinapa y era otro público. Estábamos impactados por lo que sucedió, y fue hasta ese momento que los mexicanos voltearon a ver el problema, y cuando ven la película.
De hecho, un caso de la película es muy similar a lo que dice el gobierno que sucedió con los estudiantes de Ayotzinapa, es decir, hay autoridades prácticamente de todos los niveles involucradas en la desaparición, incluyendo a las autoridades municipales, un alcalde, etc. Es decir, la misma manera de operar hace cuatro años con lo que estábamos viendo con los de Ayotzinapa.
Entonces la gente ve la película y es como catártico, porque al final de las proyecciones, y más cuando están las mamás, eso se convierte en una especie de terapia colectiva o grupo de apoyo para intentar buscar soluciones. Es como un detonador, como que la gente se queda preguntando “¿y ahora qué hacemos, cómo salimos de este hoyo?”.

RD: ¿Y cuál ha sido la reacción del público en Toronto?
AC: En general las preguntas iban encaminadas más o menos hacia lo mismo, sobre qué podemos hacer nosotros. La comunidad latina se identifica con nuestras problemáticas y ayuda a replicar el mensaje. Creo que la película funciona más o menos igual que en México, aunque quizás hay algunas cosas que se entienden menos porque en países donde la democracia realmente existe es difícil entender que el Estado sea parte del problema.

RD: Qué mensaje le enviarías a la comunidad latina de Canadá?
AC: Que no se cansen. Yo sé que el tema de los desaparecidos llega a hartarnos, llegamos a sentirnos muy agobiados porque es muy doloroso. Además, en América Latina tenemos grandes historias en torno a eso, en Chile, Argentina, Uruguay, en Centro América, etc. Pero cansarnos significa dejar solas a miles de familias y a miles de madres.
Si ellas pueden con su tragedia, ¿por qué nosotros no podemos seguir acompañándolas y seguir exigiendo la profesionalización de los procesos de justicia, de los procesos de identificación de personas, de los procesos de investigación en todos nuestros países, no solo en México?
Por favor no se cansen, sigan ayudando a los papás de Ayotzinapa, pero no sólo a ellos, acérquense a esta problemática, difúndanla, y en la medida de lo posible hablen sobre lo que está pasando en México, para que el mundo nos voltee a ver y asumamos la corresponsabilidad global en esta problemática y vayamos encontrando un salida, porque sólo viendo una tragedia vamos a encontrar los caminos o la paz.

*Oscar Vigil puede ser contactado en oscarvigil2015@gmail.com