CHIQUI RAMIREZ / TORONTO/
La historia de la guerra es la historia de la humanidad. Desde el momento en que un homus erectus tomó un palo para atacar a otro y quitarle la hembra, la comida, matar a los descendientes para garantizar su estirpe o simplemente para demostrar su superioridad, el humano ha tomado lo que encuentra para atacar o defenderse.
El uso de la pólvora y su desarrollo en las guerras ha sido y sigue siendo cada día más sofisticado. Los conceptos de pelear con un enemigo de la misma talla llenaron de orgullo a muchos jefes militares en el pasado. Sin embargo cada vez son menos los combates cuerpo a cuerpo, pie con pie como dice Bernal Diaz del Castillo al relatar el sitio de Tenochtitlan. El saqueo de pueblos sometidos siempre fue la recompensa de las tropas.
Pero el uso de la pólvora, la artillería pesada y la aviación cambiaron las reglas de las guerras, y se condecora la piloto que desde el aire mata población civil, sin ver un sólo rostro, sin dormir en trincheras, sin caminar o pasar hambre.
Los ejércitos ya no se enfrentan a otro ejército como en el pasado, pues ahora los cuerpos militares, ejercito, policías, guardias civiles o como quieran llamarles, están enfocados a reprimir el descontento popular, el “control de afluencia de personas” como ahora lo llaman, para resguardar los Estados antidemocráticos y represivos, las élites económicas.
Avanza la ciencia y a la par de logros científicos que pueden ayudar a la humanidad, avanzan los métodos de intimidación de “control de afluencia de personas”.
De todos es sabida la represión contra manifestantes que levantan la voz ante las injusticias, atropellos, excesos de las policías y cuerpos armados en diversas partes del planeta. En Ferguson Misuri tras el veredicto del Gran Jurado que libró de cargos a Darren Wilson por el asesinato del joven afroamericano Michael Brown, la población copó las calles en protestas que llevan varias semanas. La policía de Ferguson ha lanzado gases lacrimógenos para dispersar a los protestantes, impidiendo vuelos de las cadenas informativas que pudieran, desde el aire, mostrar la magnitud de dichas protestas.
Pero la perversión de los poderosos va mucho más allá de lo que una persona común y corriente puede imaginar. Hace varias noches escuchando Coast to Coast, programa de radio que desde hace unos años escucho para amortiguar el problema auditivo que no deja dormir, me despertó el comentario del invitado de esa noche, en el programa de George Noory.
En la somnolencia pude entender que estaban hablando de Armas Neuro-Electro-Magnéticas, las cuales, según el invitado que no pude tomar el nombre, explicaba que eran armas de LRAD (Long Range Acoustic Device) producidas por American Technology Corporation de USA, también llamado “grito” o “scream” que se utiliza para la emisión de mensajes y para la emisión de sonidos dolorosos. Se usa en situaciones de guerra y en la represión de manifestantes. Fui al bendito internet y quedé boquiabierta.
La versión actual de LRAD 1,000 lanza un sonido de 151 decibeles a una distancia de un metro y transmite instrucciones a 1,200 metros. Es un dispositivo circular de 83 cm de diámetro y 29 kilos de peso. Es un arma que actúa según el invitado de Coast to Coast como un horno de microondas que va del centro para afuera del cuerpo. Las personas no escuchan el sonido pero si la frecuencia magnética, y en cuestión de segundos el ruido emitido según la agencia oficial Palestina WAFA desestabiliza a los manifestantes haciéndolos caer de rodillas, según pudieron ellos constatar en las protestas de Palestinos reprimidas por Israel en el paso de Qalandia, entre Ramalá y Jerusalén.
El “Scream o Grito” o Armas Silenciosas están concebidas para modificar el comportamiento y controlar la mente, especialmente de “control de afluencia de personas” con frecuencias extremadamente bajas de operación remota, para manipular “secretamente” las mentes de las personas bajo ataque, para alterar el comportamiento de los combatientes si se trata de una guerra y/o los manifestantes en protestas populares.
Desde 1950s estas armas han sido perfeccionadas para su uso en las guerras encubiertas, por El Reino Unido en Irlanda del Norte; Estados Unidos en la guerra del Golfo; Israel contra el pueblo Palestino; 1990s Rusia desarrolló VLF (Low Frecuence Modulator) y no sería raro que otros Estados represivos estén adquiriendo estas armas acústicas.
Son armas No Letales, silenciosas que provocan vibraciones en todas partes del cuerpo y la víctima siente como una violación a distancia, mareos, espasmos, zumbido de oídos, nausea, dolores de cabeza, ritmo cardiaco acelerado sin causa, molestias oculares, entre otras, activando las ondas cerebrales que impiden la reconciliación del sueño con sus lamentables consecuencias laborales y la vida diaria, reduciendo funciones psicomotoras, causando confusión y desorientación.
Existen dentro de estas Armas silenciosas las llamadas Ondas-Psy-Terror que pretenden con una frecuencia infrasónica (7.8 Hz) inducir el cerebro de las personas al pánico más ancestral animal hacia una catástrofe que se avecina, poniendo en vilo el instinto de sobrevivencia provocando ataques de ansiedad, crisis, angustia… la muerte.
¿Ciencia ficción? ¿Perversidad humana? ¿Estamos ante una nueva época de control de la mente?
El tema es amplio y necesita ser estudiado antes que nos anulen como seres pensantes, a los que estamos contra las injusticias vengan de donde vengan.
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