POR VILMA FILICI / TORONTO /
En la columna de hoy voy a hablar de una situación migratoria que es muy cercana a mí. De hecho, es una situación que le está ocurriendo a un amigo y colega con el que he estado trabajando durante los últimos 12 años.
Casi a diario vemos situaciones como la suya en las noticias y las analizamos y discutimos con mucho desprendimiento. Apenas la semana pasada fue publicado un artículo en el Toronto Star, el cual hacía referencia a la existencia en el país de casi trescientas personas que han sido consideradas como inadmisibles a Canadá por diversas razones, y que debido a ello han estado esperando durante 8 años o más para poder ser finalmente deportadas de Canadá.
En el artículo se hablaba específicamente de una mujer de mediana edad que fue declarada inadmisible, acusada de ser criminal de guerra, porque asistió, acompañando a su esposo, a reuniones de una organización que se cree que ha participado en crímenes de guerra. Aparte de eso, no hay indicios de que la mujer estuviera involucrada en ninguna acción de dicha organización.
Esta es precisamente la misma situación en la que mi amigo se encuentra. El llegó a Canadá en el año 2001 e hizo una petición de refugio. Se trata de un periodista que durante los años que duró el conflicto armado salvadoreño tuvo una estrecha relación con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en El Salvador.
Pero su implicación con esta organización se limitaba a su labor periodística. Él nunca estuvo involucrado en la lucha armada. Sin embargo, aunque nunca estuvo involucrado en ningún acto en contra de cualquier ser humano, fue declarado inadmisible a Canadá por pertenecer a una organización que en algún momento estuvo involucrada en actividades terroristas.
Mi amigo ha estado luchando con su caso desde el año 2001, y ahora se encuentra en la etapa final del proceso. Dos de sus tres procesos para obtener la residencia permanente en Canadá han sido negados, y los mismos se encuentran en estos momentos en apelaciones ante la Corte Federal. Su caso en resumen está ahora en manos del Ministro de Inmigración y del Ministerio de Seguridad Pública de Canadá.
Un dato perturbador es que durante los últimos cinco años el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional ha sido el partido de gobierno de El Salvador, y que el gobierno canadiense tiene relaciones diplomáticas tanto con el gobierno salvadoreño como también con el partido de gobierno. Y además, el FMLN ganó las elecciones nuevamente la semana pasada.
También, durante los últimos años, decenas de funcionarios del gobierno salvadoreño, muchos de ellos ex comandantes guerrilleros del FMLN, han estado viniendo a Canadá en asuntos oficiales y/o privados. De hecho, los recién electos presidente y vicepresidente de El Salvador, quienes eran de los máximos comandantes del FMLN, estuvieron el año pasado en el país para reunirse con la comunidad salvadoreño-canadiense y también con miembros del FMLN que vive aquí en su calidad de ciudadanos canadienses. El Salvador también cuenta con una embajada y tres consulados en Canadá, regidos en su mayoría por militantes del FMLN.
La contradicción es evidente. Por un lado, mi amigo está siendo considerada inadmisible a Canadá por su relación con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, pero los otros miembros del FMLN tienen buenas relaciones con el gobierno de Canadá.
Para hacer más absurda la situación, su esposa y sus tres hijos fueron aceptados como refugiados hace muchos años y ahora son ciudadanos canadienses.
Al revisar los objetivos de la Comisión de Inmigración y Refugio, vemos que uno de los mas importantes es que las familias se reunifiquen en Canadá. Pero al ver la realidad, lo que tenemos en esta situación es una familia en la cual cuatro de ellos han sido juramentados como ciudadanos canadienses y a uno lo están queriendo deportar, algo completamente contrario a los objetivos de la Ley de Inmigración.
Mi amigo ha sido un pilar de apoyo para su familia y para la comunidad. Desde su llegada a Canadá ha estado trabajando como periodista y también ha dedicado gran parte de su tiempo a actividades para el desarrollo de la comunidad, como asesorar a muchos líderes comunitarios para buscar las formas como reunirse con los ministros del gobierno y otros políticos para presentarles las inquietudes de la comunidad.
Mi amigo es un ejemplo de un gran ciudadano. Lo que se le está haciendo a él es una gran injusticia. También es una injusticia lo que se le está haciendo a la señora que apareció en el Toronto Star y a las otras 282 personas que están en espera de ser deportadas de Canadá por el simple hecho de haber sido etiquetados como ” inadmisibles” al país.
Como canadienses debemos hacer algo para evitar que nuestro gobierno siga cometiendo estas injusticias. No se puede continuar etiquetando a una persona como “terrorista” por el simple hecho de haber tenido algún tipo de relación con una organización revolucionaria, como lo fue el FMLN en la década de 1980 en El Salvador.
Tampoco se puede separar a familias canadienses. Eso va en contra de las leyes del país, en contra de las leyes internacionales, en contra de los mismos postulados a favor de la familia que pregona el actual partido de gobierno, y en contra del elemental sentido común.
Hay quienes ya están poniendo manos a la obra para tratar de detener estas injusticias y debemos apoyarlos. Académicos, dirigentes comunitarios, líderes sindicales, políticos, canadienses comunes y corrientes de todos los estratos sociales y sectores laborales, nos vamos a reunir el lunes 24 de Marzo, a las 6:00 de la tarde, en The Holy Trinity Church: 10 Trinity Square, Toronto (West of the Eaton Centre).
Esa noche, en que se conmemora el asesinato en El Salvador del Arzobispo Mártir defensor de los pobres Oscar Arnulfo Romero, será el lanzamiento de “The Vigil Campaign: Oscar Belongs to Canadá”, que busca presionar para que el Ministro de Inmigración de Canadá otorgue la residencia definitiva a mi amigo, y con lo cual se impida el resquebrajamiento de su familia.
Acompáñenos esa noche en este acto de justicia, haga oír su voz.
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