En la preparación de un caso de matrimonio, simplemente debe prevalecer el sentido común

Por Vilma Filici
vilma@filici.com

TORONTO. Recientemente, al Profesor Vic Satzewich, de la Universidad de McMaster, se le permitió la entrada a las oficinas de visa alrededor del mundo con el objetivo de llevar a cabo una investigación y escribir un informe sobre cómo los funcionarios de Inmigración toman sus decisiones con respecto a quién realmente está involucrado en una relación legítima, y quién nada más se casa con un canadiense, o con un residente permanente, con el único propósito de obtener una visa para entrar a Canadá. Y los resultados fueron muy interesantes.

Hay que partir diciendo que cuando una persona está siendo patrocinada para venir a Canadá, bajo las provisiones y regulaciones del Spouse and Common Law Partner, el oficial a cargo del caso tiene que estar convencido de que el matrimonio es genuino y que la pareja no se unió solamente con el fin de obtener una visa de residente permanente para venir al país.

Porque por ejemplo, en el caso del patrocinio de un hijo, de padres o abuelos, hay certificados de nacimiento emitidos por los gobiernos de los países de origen de la persona, y si hubiera alguna duda acerca de la veracidad de la documentación, el oficial puede solicitar una prueba de ADN para demostrar la consanguinidad.

De igual forma, cuando se trata de trabajadores calificados, casos de negocios y otras categorías, el oficial revisa la documentación necesaria para establecer la educación del solicitante, su experiencia laboral, su conocimiento de una de las lenguas oficiales del país y otros requisitos, y todos estos documentos son emitidos por terceros, en su mayoría instancias gubernamentales de los países de origen del solicitante, por lo que rara vez habrá duda sobre la seriedad de los documentos presentados.

Pero en los casos de matrimonio y parejas en unión libre, los oficiales basan sus decisiones en documentación que es creada por el patrocinador y por el solicitante. Los documentos pueden haber sido creados y acumulados a lo largo de la relación y ser reales, pero también puede ser documentación que se creó con el fin de tener pruebas para convencer a un oficial que la relación es de buena fe y así eludir las normas de inmigración.

Este último tipo de casos constituye un problema para los funcionarios de Inmigración, ya que cualquier pareja puede casarse o vivir junta durante un año y crear pruebas para convencer al Departamento de Inmigración de que están en una relación verdadera.

Pero la investigación hecha por el profesor Vic Satzewich arroja luz sobre este proceso. Él es el segundo investigador canadiense que ha sido autorizado a entrar en los consulados en los últimos 50 años, para llevar a cabo un estudio y recabar información sobre cómo los oficiales de inmigración llegan a la conclusión de si un matrimonio es auténtico o si es falso. Y según Satzewich, hay varios indicadores en los que los oficiales se basan para decidir si un asunto requiere mayor investigación o no.

Por ejemplo, las personas que vienen de países en los que el fraude de inmigración es común, las personas que han tratado de venir a Canadá antes y sus visas les fueron negadas, las personas que vienen de países muy pobres, las parejas que son de diferentes religiones o de diferentes orígenes culturales o que no hablan el mismo idioma, las personas cuya diferencia de edad es significativa, las personas cuyas discrepancias educativas son grandes, y las personas cuyo aspecto físico es incompatible, son algunos de los casos que se seleccionan para que se les realice una mayor investigación y se les entreviste.

Además, las personas que se encontraban en Canadá en algún momento, recibieron una orden de deportación pero se casaron poco antes de ser deportadas, serán también investigadas y se les entrevistará con el fin de establecer si la relación es genuina.

En la primera parte del informe, Satzewich afirma que algunos oficiales sospechan que el matrimonio no es genuino cuando ven las cartas y los correos electrónicos presentados como prueba de la relación, en los cuales sólo hablan de lo mucho que se quieren. Esto, porque una pareja normal que está separada por cualquier circunstancia, se escribirá acerca de sus actividades diarias y se preguntará sobre lo que pasa en la vida del otro. Es decir que toda su comunicación no estará compuesta solamente por poemas y cartas de amor.

Cuando un oficial ve esas cartas, sospecha que fueron escritas sabiendo que él las leería, y porque la persona pensó que siendo muy amoroso mostraría una relación verdadera. Pero en este caso es todo lo contrario, porque las parejas reales comparten mucho más en sus comunicaciones que los sentimientos de amor.

Cuando yo preparo a las parejas para entrevistas matrimoniales les pregunto cuándo fue su última pelea, e invariablemente me dicen “no podemos decirle al oficial de inmigración que peleamos”. Entonces tengo que recordar a mis clientes que no vamos a ver a un oficial para mostrarle que son la pareja perfecta, sino que lo que el oficial quiere evaluar es si se encuentran en una relación verdadera. Porque las parejas reales se pelean, y por tanto, es más probable que el oficial crea que el matrimonio es auténtico.

El estudio de Satzewich también puso de manifiesto la importancia de las imágenes que se presentan con los documentos. Los oficiales están muy familiarizados con las normas culturales de los países en los que están trabajando, y por lo tanto, a través de las imágenes pueden ver si el compromiso y la boda se llevaron a cabo de acuerdo con las tradiciones de la pareja. Por ejemplo, en algunas culturas no se supone que la novia sea feliz el día de su boda porque ella está dejando la casa de sus padres para ir a la casa de su marido, y, por lo tanto, una novia riendo en ese entorno cultural elevará automáticamente las sospechas, sobre todo si es la solicitante.

También, en algunas culturas las bodas son pequeñas, sólo asiste la familia inmediata, sin embargo, en otras culturas todo el pueblo participa en la boda. El oficial verá las fotos y, si no corresponden con las normas de la cultura en particular, podrá denegar la solicitud.

Desafortunadamente, como en todo, siempre hay excepciones, y a veces las parejas no siguen la norma. Puede haber una persona altamente educada que se case con alguien que no sabe leer, puede haber alguien que es muy atractivo que se case con alguien que no es muy agraciado, y un joven se puede casar con una mujer 20 años mayor que él. En estas situaciones, el solicitante debe estar preparado para explicar las razones por las que no cumple con la norma.

Pero cuando un oficial tiene dudas sobre cualquier aspecto de un caso como este, es una regla de equidad procesal que el funcionario confronte al solicitante y le dé la oportunidad de responder a su inquietud. Y puede haber una razón legítima que satisfaga al oficial, disipe sus dudas y acepte el caso.

Este informe es muy interesante porque refuerza la aplicación del sentido común: En la preparación de un caso de matrimonio se debe reunir y presentar la documentación que cualquier pareja en un matrimonio o unión de hecho tendría, y se debe tener cuidado de no embellecer los documentos y fotos hasta el punto de que se conviertan en increíbles. Porque en este tipo de casos, como en cualquier otro caso de inmigración, la credibilidad es esencial para el éxito del proceso.

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