BERNARDO RIVEROS* / TORONTO /
No necesariamente inspirado en la canción de Facundo Cabral, recuerdo esa época cuando recién llevaba unos años viviendo en Canadá y sentía que no pertenecía a este país. Era residente pero sentía que mi vida no estaba aquí, aún tenía muchos lazos emocionales con mi país natal, Colombia, y de cierta manera tal vez inconscientemente no los quería dejar.
Creo que por la nostalgia de estar lejos del país donde nací o por la necesidad de pertenencia que tenemos los seres humanos, seguía pensando y algunas veces actuando como si estuviera en Colombia. Seguía sus noticias, su música, su política sin darme cuenta que inconscientemente ese estilo de vida obstaculizaba el sentirme parte de este nuevo país que me había abierto las puertas y me permitía ahora ser residente permanente.
Vino entonces una época donde era para mí prioritario saber lo que pasaba en Colombia sin siquiera saber lo que pasaba aquí en Canadá, donde ahora vivía. Si bien es cierto que Colombia es conocido como otros países de Latinoamérica como un país tercermundista, hoy en día veo que hay tanta necesidad aquí en Canadá como la puede haber en Colombia.
No quiero decir con lo anterior que debía olvidarme por completo de Colombia, si no que entendí que para adaptarme más rápidamente a Canadá debía cambiar la forma de verme, debía cambiar mi perspectiva de visitante o “residente temporal” a “ciudadano permanente” de este país. Debía aceptar y entender que ya no vivía en Colombia si no que vivía e iba a vivir posiblemente por el resto de mi vida en Canadá.
En mi caso particular llegué a Canadá siendo ya un profesional y con algo de experiencia laboral, lo cual era para mí lo más valioso y creía que esas dos características me abrirían las puertas muy fácilmente. Para mi sorpresa no fue así, por el contrario, pareciera ser algo contraproducente en el momento de la búsqueda de trabajo. Fue duro pero tuve que vivir para entender lo que significa “la falta de experiencia Canadiense”.
Comencé entonces a relacionarme con canadienses. Me preocupé por mejorar mi inglés pues mis habilidades en el idioma no estaban muy desarrolladas. Me inquieté por conocer más de la cultura canadiense, por su comida, sus tradiciones, su historia. Sí seguía extrañando a Colombia, pero algo ya había comenzado a cambiar mi mentalidad.
Posteriormente vino el día que me hice ciudadano. Fue uno de los días más emocionantes de mi vida. Recuerdo el momento de recibir la ciudadanía y cantar el himno nacional, aunque no era la primera vez, sí lo era haciéndolo como ciudadano. Fue emotivo y desde que salí de la ceremonia mi sentido de pertenencia había tomado otro significado. Ahora sentía que pertenecía a Canadá.
Pasaron varias semanas si no meses hasta que logré entender lo que significaba en ese momento para mí el ser “ciudadano canadiense”. Era y seguiré siendo siempre colombiano, lo llevo en mi sangre y así se lo he enseñado a mis hijos, pero desde ese día del juramento era también Canadiense. Tenía ahora derecho a elegir a los gobernantes de este país, a involucrarme activamente en los procesos políticos y sociales. Debía dejar de ignorar lo que hace a Canadá la potencia mundial que es.
Si las estadísticas no se equivocan, actualmente se habla que somos más de un millón de hispanos en Canadá. Sólo si consideramos el significado de esa cifra, teniendo en cuenta que la población total del país es de treinta y siete millones y que somos más de 180 grupos étnicos viendo en Canadá, lograremos entender el potencial que tenemos como comunidad.
Este año he tenido la oportunidad de conversar con varios miembros del parlamento federal y por obvias razones después de cruzar algunas palabras mi acento hispano me delata (por cierto es motivo de orgullo para mí) y la conversación se torna alrededor de nuestra comunidad. Algunos me han preguntado ¿dónde están los hispanos de Canadá? Dicen que en las ceremonias de ciudadanía los miembros del parlamento firman algunos documentos donde pueden ver los nombres hispanos en ellos pero muy rara vez llegan a conocer o a saber algo de estas personas. En otra oportunidad visité la oficina de otro miembro del parlamento y aun cuando en su zona electoral hay una población importante de hispanos, me dijeron allí que yo era el segundo hispano que visitaba esa oficina. La verdad no supe qué decir.
Hoy considero que es vital para nuestra comunidad hispana que nos involucremos en todos los niveles de gobierno de Canadá. Que participemos activamente de los procesos políticos, que ante alguna necesidad acudamos a nuestros representantes del gobierno a nivel de ciudad, de provincia y a nivel federal.
Soy fiel creyente que cada uno de nosotros estamos en este país con un propósito especial, no es una casualidad ni un accidente. Fuimos traídos aquí para cumplir una tarea específica, a ser de bendición, a aportar en todas las áreas de gobierno de esta sociedad, no a ser una carga para este país. Nuestro bienestar depende del bienestar de nuestra ciudad, de nuestra provincia y de Canadá.
* Bernardo Riveros es el Director Ejecutivo de la empresa ILAC (International Language Academy of Canada), en Toronto.
Be the first to comment on "Ni soy de aquí, ni soy de allá"