YENSY ORTIZ / MONTREAL /
“La voz de justicia”, como se le recuerda a Monseñor Oscar Arnulfo Romero, sigue resonando en los corazones de quienes conocen su obra. Con cánticos y la lectura de pasajes de La Biblia, los asistentes al denominado “Romero Crucis”, meditaron las palabras que el Arzobispo salvadoreño dirigiera a la feligresía durante cada homilía dominical en la Catedral de San Salvador.
“Cristo nos invita a no tener miedo a la persecución y debemos creerle hermanos y hermanas, porque aquel que une su suerte a la suerte de los pobres deberá vivir el mismo destino que los pobres: de ser secuestrado, torturado, convertirse en cautivo y pasar por la muerte” dijo Romero en su homilía del 17 de febrero de 1980; palabras que fueron citadas por François Godbout, uno de los participantes en la actividad desarrollada en la Iglesia Notre Dame de Neiges.
“Romero vivió su camino de cruz al lado de su pueblo crucificado por la pobreza y la injusticia”, expresó el párroco, Gabriel Villemeure al hacer una semejanza entre el sufrimiento de Cristo por nuestra salvación y el dolor que padeció el sacerdote defensor de los derechos de los más desprotegidos.
“María es la expresión de la angustia de quienes están en prisión, María es la tristeza de las madres quienes han perdido a sus hijos y nadie les dirá donde están” dijo Romero el 24 de diciembre de 1978, al denunciar la desaparición forzada de miles de personas durante el conflicto armado.
La lectura de las frases combinaba el Francés y el Español, así como las nacionalidades, en una ciudad donde florece la multiculturalidad.
En el espacio de peticiones también se mencionó a los que han dejado su país. “Por los que han huido de su tierra, para poder sobrevivir, por los inmigrantes que sufren la hambre, la sed y toda clase de abusos”.
La mayoría de los asistentes calificaron el evento de “conmovedor”, al conocer más sobre la vida y muerte del llamado Saint Romero de Las Américas.
Mientras que el tradicional “perdona a tu pueblo señor, perdona a tu pueblo, perdónale señor”, parecía pedir clemencia por quienes ordenaron y cometieron su asesinato el 24 de marzo de 1980.
Romero murió al ser impactado por un disparo proveniente de un francotirador, mientras oficiaba una misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia en la colonia Miramonte de San Salvador.
Hoy, a 32 años de su martirio, la Fundación Romero de Montreal ha inaugurado una sala en la Iglesia Saint Arséne, bajo su nombre. Desde este lugar se ofrecerán servicios pastorales y sociales a quienes lo necesiten; como una manera de mantener vivo el legado de “la voz de los sin voz”, como popularmente se le conoce al Obispo.
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