¿Por qué el servicio de la TTC es tan malo en algunas rutas? se preguntan muchos usuarios en Toronto

La TTC no recibe financiamiento provincial ni federal por lo que básicamente funciona con los pasajes que pagan los usuarios

POR OSCAR VIGIL / TORONTO /

No es nada nuevo tener que esperar 15 o 20 minutos en prácticamente cualquier parada de buses en las calles Jane, Keele o Dufferin, por mencionar algunas, para ver llegar juntos, en fila, como que van en procesión, a tres o cuatro autobuses de la misma ruta juntos. ¿Cuál es el problema? ¿Por qué los bien pagados empleados de la TTC no hacen bien su trabajo? se cuestionan muchos usuarios del transporte público.

Son las 5:00 pm de un sábado cualquiera del verano del 2023 en la estación del metro de Eglinton West, y unos pocos pasajeros esperan que llegue un autobús de la ruta 63 para que los transporte hacia el sur sobre la calle Oakwood. A las 5:15 pm llega uno, pero el motorista automáticamente apaga el motor y entra al edificio de la estación, probablemente a utilizar el baño, podría especular cualquiera.

A las 5:25 llega otro bus de la misma ruta y se estaciona detrás del primero, y de igual forma el conductor entra al edificio probablemente a resolver similares necesidades, mientras el primer conductor aun no aparece en la pista donde están estacionados los buses.

A las 5:30pm llega otro bus de la ruta 63 y se estaciona detrás de los dos anteriores. Su conductor es una mujer, quien baja del autobús y se queda al lado de la unidad esperando su turno de salida, especulan los a esta hora ya inquietos pasajeros, que de ser alrededor de cuatro a las 5:00 pm se han multiplicado y ya parece una multitud de alrededor de 30.

A las 5:33 pm salen juntos los motoristas de las dos primeras unidades y se dirigen hacia la tercer motorista a conversar. Hablan durante dos o tres minutos, probablemente sobre el tráfico, sobre algún incidente en el camino, ¡o tal vez simplemente sobre cuáles son sus planes para la noche o para el siguiente día!

Acto seguido, los dos primeros conductores entran nuevamente al edificio mientras la tercera conductora sigue esperando su turno junto a su unidad. Son ya las 5:40 cuando salen nuevamente del edificio los dos primeros conductores, suben a sus unidades y, sorprendentemente, los tres buses de la ruta 63 salen juntos de la estación, en fila, en procesión, turnándose en qué parada de buses se detiene cada uno para recoger a las multitudes que a esta hora ya se aglomeran luego de más de 40 minutos en que no pasaba ningún bus de esa ruta.

¿Cuál es el problema de la TTC? ¿Por qué el servicio es tan malo? se cuestionan los usuarios.

Definitivamente no es porque los empleados sean mal pagados. Un motorista como los tres que decidieron tener una junta de amigos o sindical mientras decenas de usuarios esperaban a que se pusieran a trabajar, gana en promedio $67,000.00 anuales, y el controlador que debería asegurarse de que estos tres buses no viajen en hilera juntos, sino que cumplan con sus horarios de ruta (que se asume deben de existir), gana un para nada despreciable salario de $110,000.00 anual.

Y ni hablar del gran jefe, el CEO de la TTC, quien encabezó la lista de los empleados de la alcaldía de Toronto mejor pagados en el 2022 con un salario de $473 440, y quien pese a todos los desatinos y fallas del sistema de transporte publico recibió un aumento de salario en comparación con el 2021, cuando este era “apenas” de $438 495.

Definitivamente la nueva alcaldesa de Toronto y por tanto jefa de la TTC, Olivia Chow, debería despedir a alguien para ver si las cosas cambian. Y tiene de donde escoger.

Un informe de la municipalidad de fines del 2022 mostró que las rutas de autobús y tranvía de la Comisión de Tránsito de Toronto eran particularmente inductoras de dolores de cabeza. Alrededor de dos tercios de los pasajeros se quedaban atascados de manera rutinaria en vehículos que llegaban crónicamente tarde o estaban atascados en las construcciones. Solo un afortunado 14 por ciento recorrió rutas que fueron clasificadas como puntuales. El resto fueron lo que la TTC llama “en la cúspide”, lo que significa que en su mayoría fueron puntuales, la mayor parte del tiempo.

Pero hay que ser justos con la TTC: camina básicamente sin subsidios federales ni provinciales, y en ausencia de contribuciones provinciales y federales, los pasajeros son quienes tienen que asumir la carga financiera de administrar el sistema a través de sus pasajes. Esta situación convierte a la TTC en un modelo de financiación tremendamente inestable y único entre los sistemas de transporte urbano: Chicago, Nueva York y Shanghái, por ejemplo, reciben financiación estatal o federal (y, a veces, ambas). La TTC, por otro lado, se jacta de ser la red de tránsito menos subsidiada de América del Norte, lo cual no es que signifique nada bueno para una ciudad del primer mundo como lo es Toronto.

Porque esta situación ha dejado a la TTC vulnerable a las caídas en el número de pasajeros, lo que crea una espiral mortal en la que, una y otra vez, una menor cantidad de pasajeros da como resultado un peor servicio, viajes más lentos y vehículos abarrotados, todo lo cual, a su vez, lleva a que más pasajeros abandonen la TTC, hundiendo el sistema más profundamente y provocando una mayor falta de inversión. Y la pandemia no ayudó: en los primeros meses del confinamiento, el número de pasajeros se redujo en un 85 %, lo que redujo drásticamente los ingresos.

Con este panorama, uno se pregunta: ¿cuál es la solución al problema?