“A la Comunidad latinoamericana la afecta la inequidad en inversión pública”: Duberlis Ramos

El dirigente comunitario habló sobre las olas migratorias latinas a Canadá y sobre la situación que vive nuestra comunidad en el país

POR MARIELA GOMEZ / TORONTO/

Dentro de la multiculturalidad que caracteriza a Canadá, la contribución de la comunidad latinoamericana ha sido determinante para el cabal desarrollo de la estrategia de crecimiento económico e industrialización, que se inició en los años 50. Pese a ello, este colectivo sigue aquejado por la inequidad en la inversión pública y la ausencia de representatividad, en instancias oficiales, que le ha impedido demandar eficazmente la adopción de políticas dirigidas a fortalecer su cabal asentamiento en este país.

Durante una reunión sostenida el pasado jueves 27 de abril, entre el director ejecutivo del Consejo de Desarrollo Hispano (HDC), Duberlis Ramos, y participantes de la Escuela de Educación Cívica organizada por el Consejo de la Herencia Hispana (HCHC), el académico abordó una serie de aspectos referidos a las denominadas olas migratorias de trabajadores provenientes de Latinoamérica.

Aclaró que se trata de la quinta minoría lingüística en el país, pero que los hispanos no han tenido la oportunidad de organizarse y participar más plenamente en lo que implicaría el multiculturalismo, o la idea según la cual todos podemos participar. Bajo esta premisa, “se debería invertir mucho más en nuestra comunidad, porque la nuestra es la que tiene la más baja. Hay un nivel de inequidad importante que debemos atender”.

Con relación la migración histórica de latinoamericanos a Canadá, Ramos mencionó que un estudio demográfico clasificó esta movilidad en cinco etapas:

La primera ola de migrantes se inició finalizada la segunda Guerra Mundial, con la reubicación de comunidades europeas en países de América Latina -especialmente Argentina- y su posteriormente movilización a Norteamérica.

En momentos del resurgimiento mundial de la industria, Canadá decidió abordar una estrategia de crecimiento económico y para ello planificó grandes obras de infraestructura que requirieron un número importante de trabajadores, o de mano de obra. Fue así como, en 1958, el gobierno federal permitió formalmente la entrada de trabajadores provenientes de Perú, Ecuador y Colombia, algunas islas del Caribe y Jamaica. Según Ramos, esta ola “andina” hizo un trabajo duro, “de pala y martillo”, que le permitió a Canadá superar una economía de infraestructura básica y agrícola y pasar a ser una nación industrializada.

La segunda ola migratoria de latinoamericanos tuvo lugar después de los años 60 y se extendió hasta los 90. En ese lapso, se sucedieron grandes procesos de reestructuración tecnológica y se adoptaron estrategias de sustitución de importaciones por procesos nacionales. Para asumir ese reto, también se atrajo mano de obra hispana, especialmente ecuatorianos, para asumir funciones en industrias de manufactura y producción de bienes, especialmente.

La tercera ola, en los años 70, se relaciona con la migración forzosa de personas provenientes de países afectados por crisis derivadas de golpes de Estado, principalmente Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. El alto costo social, la represión estatal y violaciones a los derechos humanos, entre otros problemas, movilizó una migración muy grande y diversa, que incluyó tanto a obreros especializados, profesionales, académicos y activistas sociales. “Canadá tuvo una actitud muy generosa con respecto a esta ola”, dijo.

Por su parte, la cuarta ola fue el resultado de la migración masiva de centroamericanos a partir de los años 80-90, “que en cierta medida fue una continuación de la problemática entre el Estado y los movimientos sociales”. Aquí destaca, explicó, no solo la persecución a los agentes sociales de cambio, sino también un matiz importante y dramático, como lo fue el ataque sistemático a poblaciones indígenas a consecuencia de la problemática derivada del colonialismo, la cual históricamente ha afectado a los latinoamericanos.

La quita ola es la etapa migratoria que vivimos en la actualidad, la cual se clasifica como la tecnológica o profesional. Esto es, un contingente de trabajadores proveniente de Venezuela, Colombia, México, Cuba y Brasil, que se identifica con el mundo global en términos de mayores expectativas profesionales y calidad de vida. Muchos son profesionales, académicos o trabajadores especializados que están muy conectados a la nueva economía y los procesos tecnológicos.

Para Ramos, la comunidad latinoamericana es muy diversa, y ese es uno de los factores que hay que tomar en cuenta a la hora de buscar un espacio dentro de la globalidad donde nos desenvolvemos y estamos en desventaja.

“Lo importante es poder acordar cómo negociar oportunidades dentro del sistema donde se inserta nuestra comunidad. Y en ese sentido, debemos hablar de liderazgo y desarrollo cívico, cómo lo que se promueve con este programa del HCHC. Canadá es un país que a veces es muy estructurado y tiene instituciones extraordinariamente organizadas, pero que no son solo normativas sino también fundamentadas en nociones históricas, sociales y culturales”, dijo.

Tomando en cuenta que esas políticas están en permanente evolución, agregó, se debe entender la importancia de la noción de ciudadanía. Aclaró que esta no se refiere a la nacionalidad, sino al atender el accionar del país, de las cosas que nos afectan directamente.

-Debemos preocuparnos por lo que afecta la vida de los ciudadanos, tener nociones con respecto a esos temas y hablar tanto del desarrollo económico, los empleos, el salario mínimo o las oportunidades de entrenamiento. Históricamente, dentro de los procesos migratorios y como parte de las políticas de asentamiento, deberíamos poder utilizar el desarrollo profesional y las capacidades que uno trae de su país de origen, el gran problema es cómo hacerlo, acotó.

Una alternativa para poder negociar bilateralmente con las autoridades sobre estos problemas, y obtener reivindicaciones para la comunidad, sería a través de una mayor participación. “Nuestra participación cívica debe ser elegir para también ser elegidos. Apenas estamos comenzando, y esta iniciativa es parte de este proceso”, concluyó.