Una chilena fue elegida concejal en Toronto, un uruguayo también como ‘trustee’ y una peruana como parlamentaria en Quebec
POR OSCAR VIGIL / TORONTO /
Pareciera haber un consenso generalizado de que Canadá es un país aburrido en materia política, y que los sobresaltos que suele enfrentar son prácticamente nada si se comparan con los dramas que ocurren en el resto de los países desarrollados a nivel mundial, y sobre todo en relación con el vecino Estados Unidos. Sin embargo, pareciera que este año que está finalizando fue la excepción a la regla, ya que Canadá arrancó con lo que parecía ser una revolución de los camioneros que obligó a decretar, por primera vez en la historia, una Ley de Emergencia Nacional.
A finales de febrero de este año, y después de tres semanas de ocupación violenta, los “Camioneros de la Libertad” que llegaron a la capital de país protestando en contra de las medidas de prevención del COVID-19, como por ejemplo el uso de las vacunas y de las mascarillas, pero que terminaron exigiendo la renuncia del primer ministro Justin Trudeau y la instauración de un nuevo gobierno, fueron desalojados de los alrededores Parliament Hill y de Ottawa en general, y sus líderes fueron capturados y acusados con cargos criminales por la policía.
En Ottawa fue todo un drama, tanto en las calles frente a las instalaciones del Parlamento Federal como también al interior de este. Afuera gritaban los camioneros, gente de derecha y muchos de ellos racistas, y adentro hacían lo mismo los miembros del Partido Conservador, gente de derecha y muchos de ellos simpatizantes de los camioneros.
El grito era prácticamente el mismo: en contra de las medidas de prevención para contener la pandemia del COVID-19, pero también en contra del primer ministro Justin Trudeau, a quien acusaban de dictador y otras bellezas, a pesar de haber sido electo por una población mayoritaria en tres procesos electorales realizados durante los últimos siete años.
En la última semana los gritos se hicieron más fuertes luego de que la policía de Ottawa fallara estrepitosamente en desalojar la ocupación que vivía la ciudad, y cuando el Premier de Ontario, Doug Ford, prácticamente se hizo el desentendido del problema. Ante la ausencia de soluciones efectivas y ante el empeoramiento de las condiciones vida de los residentes y de los negocios ubicados en el centro de Ottawa, el primer ministro Justin Trudeau decidió intervenir con firmeza invocando la “Ley de Emergencias”, una figura que existe en la legislación canadiense pero que nunca se había utilizado desde su aprobación en 1988.
El efecto fue inmediato. La policía de Ottawa, en conjunto con la Policía Provincial de Ontario (OPP) y la Real Policía Montada de Canadá (RCMP), desalojaron a los protestantes y sus pesados vehículos en 48 horas. Fue toda una operación policial, sin la intervención del ejército, que, literalmente, paso a paso empujó a poco menos de un millar de protestantes hasta sacarlos de las calles ocupadas. A pesar de la alta tensión que se vivía en la zona, y de los gritos e insultos desaforados de los protestantes, el desalojo fue mayormente pacífico, con muy poco uso de la fuerza.
Además del desalojo, el resultado final fue la captura de los cinco dirigentes principales de la protesta y su encarcelamiento bajo cargos criminales, así como también la detención de 191 manifestantes más y el decomiso de 115 unidades de trasporte, mayormente camiones y tráileres. Mas de 400 cargos criminales fueron establecidos durante el desalojo.
Los juicios criminales contra los organizadores de la protesta aún continúan en los tribunales, y este mes de noviembre se han escuchado informes de que una protesta similar está siendo organizada para febrero del 2023. Se espera que si esto sucede, ahora sí la policía esté preparada.
Mientras tanto, el MP Pierre Poilievre, uno de los políticos que apoyó a los protestantes, fue elegido líder del Partido Conservador de Canadá. Pero su suerte al frente del partido no promete ser de las mejores: esta semana, su candidato Ron Chhinzer perdió las elecciones parciales del distrito electoral Mississauga-Lakeshore frente al exministro de finanzas de Ontario Charles Sousa del Partido Liberal, algo que los analistas consideran podría ser una muestra de que las posiciones extremistas de Poilievre no convencen a los canadienses.
El Pacto de Estabilidad
Pero tras los tumultos en Ottawa y de cara a la investigación que aun sigue su curso en el Parlamento Federal para determinar si la acción del Primer Ministro Justin Trudeau de decretar la Ley de Emergencia Nacional fue justificada o no, la estabilidad del gobierno minoritario del Partido Liberal que fue electo en octubre del año pasado llegó de la mano del NDP.
En marzo, el Partido Liberal y el NDP, cuarto en nivel de votación en las últimas elecciones, anunciaron la firma del pacto de estabilidad y cooperación que garantizará que el país no tenga que ir a las urnas sino hasta el año 2025.
Lo primero que debe quedar claro es que este no es un acuerdo de coalición, sino que es un convenio que garantiza estabilidad y cooperación entre ambos partidos políticos, en temas claves en los que ambos comparten objetivos comunes, como es la creación de programas sociales como “pharmacare” y “dentalcare”, y en áreas de vivienda social y medio ambiente, entre oros.
El acuerdo, conocido como “Confidence-and-supply agreement” (“Acuerdo de confianza y suministro”), fue anunciado luego de aproximadamente diez días de negociaciones que fueron mantenidas prácticamente por completo fuera de la vista del resto de dirigentes políticos, a tal grado que tomó por sorpresa a los líderes del Partido Conservador y del Partido Quebequense, segunda y tercera fuerza política respectivamente.
En su anuncio a la prensa, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, dijo que “Lo que esto significa es que durante este tiempo incierto, el gobierno puede funcionar con previsibilidad y estabilidad, presentar e implementar presupuestos y cosas hechas para los canadienses”.
El acuerdo en su esencia establece que desde el martes 22 de marzo y hasta junio del 2025, el NDP apoyará al actual gobierno liberal minoritario en los próximos votos de confianza, como es el caso de los próximos cuatro presupuestos federales, a cambio de medidas sociales que tradicionalmente ha promovido el NDP.
Doug Ford fue reelecto
Mientras tanto, en Ontario, el 2 de junio, 83 MPPs conservadores progresistas, 31 nuevos demócratas, ocho liberales, un verde y un independiente fueron elegidos para el parlamento para los próximos 4 años, lo que le dio al gobierno del Premier Doug Ford carta blanca para legislar a su interés y conveniencia.
En estas elecciones, solo el 43,03 por ciento de los votantes elegibles emitieron su voto, según Elecciones Ontario, en comparación con el 57 por ciento que lo hizo en el 2018. Es decir que aproximadamente 1,2 millones de votantes menos acudieron a las urnas este año.
Cuatro años atrás, el recién elegido Premier de Ontario, Doug Ford, iba en caída libre. La ola de recortes en prácticamente todas las áreas sociales lo iban empujando hacia niveles récord de antipatías y rechazo en la población. Sin embargo, de repente llegó la pandemia del COVID-19 y, contradictoriamente, pareciera que esa fue su tabla de salvación.
Según diversos analistas, el Premier Doug Ford hizo lo que debía hacer durante los momentos de crisis, o quizás, mayormente hizo lo debido. Lo primero y más importante es que para tomar las decisiones, mayormente, se apoyó en la ciencia y no en la ideología, lo cual produjo frutos aun en medio de la crisis de salud.
En segundo lugar, buscó el consenso y el trabajo conjunto con el gobierno federal, en lugar de la confrontación que siguieron la mayoría de Premieres conservadores en el resto de las provincias, y esto le permitió contar con un aliado y un apoyo fundamental para enfrentar la crisis.
De que hubo errores, los hubo, si no, basta ver las cifras de personas fallecidas en los centros de cuidado de adultos mayores y en los números dispares de afectados por el virus a través de los grupos étnicos, pero la situación pudo haber sido peor en Ontario. Y las buenas decisiones de Ford le aplanaron la elección para un segundo término.
John Tory, cuatro años mas
A nivel municipal, prácticamente ya todo estaba anunciado desde hacía muchos meses atrás: en las elecciones de octubre no habría ninguna sorpresa en Toronto y el actual alcalde, John Tory, sería reelecto para un nuevo periodo. Al interior de la comunidad hispana llamó la atención la participación como candidato del canadiense-colombiano Gil Peñalosa, sobre quien pesan acusaciones de corrupción en la alcaldía de Bogotá.
El día de las elecciones, la ausencia electoral fue una de las más grandes en la historia de la ciudad: alrededor del 71%. Visto desde otra óptica, únicamente votó alrededor del 29% de los ciudadanos habilitados para ejercer el sufragio, que son aproximadamente 1.89 millones.
En comparación, en las elecciones de 2014 votó el 60% de la población, competencia en la que participaron tres figuras de alto perfil como lo son Doug Ford, Olivia Chow y John Tory, quien se agenció el triunfo con el 40% de los votos. En las elecciones del 2018 la participación fue del 41%.
Al final, John Tory obtuvo una arrolladora victoria con el 62% de las preferencias electorales, muy similar al 63% logrado en las elecciones del 2018, mientras que Gil Peñalosa quedó en segundo lugar agenciándose un distante 18%, pero que se traduce en nada despreciables casi 100 mil votos.
El factor hispano
Pero en estos procesos electores del 2022 la comunidad latina de Toronto también obtuvo éxitos: la activista política canadiense-chilena Alejandra Bravo ganó la candidatura para ser Concejal en el Distrito electoral 12 Davenport, en Toronto, y el activista político canadiense-uruguayo Matías De Dovitiis hizo lo propio y se convirtió en Consejero Escolar del distrito 4 Humber River—Black Creek, en Toronto.
No fue una hazaña fácil ni para Alejandra Bravo ni para Matías De Dovitiis, ya que ambos habían participado sin éxito como candidatos en eventos electorales anteriores, apoyados generalmente por el NDP. Pero ahora, finalmente, obtuvieron el premio a sus enormes esfuerzos y sacrificios.
Adicionalmente, en la provincia de Quebec, Alejandra Zaga Méndez obtuvo su victoria bajo la bandera del partido Quebec Solidaire, del cual ella es presidenta desde hace un año. Esta fue la segunda vez que se presentó como candidata, aunque por una circunscripción distinta.
A sus 34 años, Alejandra Zaga Méndez hizo historia el pasado 3 de octubre al convertirse en la primera mujer latina en ganar un escaño ante el parlamento de Quebec. La victoria la obtuvo en Verdun, Montreal, frente a su contrincante más cercana la diputada saliente del Partido Liberal de Quebec (PLQ), Isabelle Melançon.
La joven de origen peruano proviene de una familia monoparental, tiene una licenciatura en Agricultura y Ciencias del Medio Ambiente, una maestría en ciencias y un doctorado en economía ecológica.