¿Qué ocurre dentro del Partido Conservador de Canadá?

FRANCISCO REYES / TORONTO /
Cuando las organizaciones políticas llegan al poder –en el caso de las democracias, mediante elecciones libres- tienden a practicar el hermetismo como forma de salvaguardar los secretos del Estado y preservar los asuntos íntimos del gobierno que representan.

Esta tendencia es aún mucho más notoria en los partidos de ideología conservadora, cuyos principales dirigentes manejan las políticas internas de la organización como si se tratara de logias masónicas o rituales religiosos inaccesibles para quienes no pertenecen a sus círculos de influencias. Su hermetismo es directamente proporcional a la función que desempeñan dentro del Estado.

Este es el caso del Partido Conservador de Canadá (PC) en el poder desde el 2006, la agenda es manejada directa y discretamente por la Oficina del Primer Ministro (PMO) Stephen Harper, donde se consultan y analizan las decisiones y declaraciones de los miembros del gabinete, antes de publicarse.

Lo único no secreto de la PMO es que Harper debe estar debidamente informado de los pasos de sus altos funcionarios, para evitar el mínimo error político que pueda desacreditar al gobierno y a su imagen pública como mandatario, siempre en la mirilla de la oposición, aunque el “gaffe” es casi inevitable, pues se trata de seres humanos de carne y huesos, susceptibles a caer en el error.

Pero el hermetismo del PC ha sido hasta cierto punto aguijoneado por los conflictos internos de la organización, que empezaron a trascender a la prensa a raíz del desacuerdo entre el fenecido ex ministro de Finanzas Jim Flaherty, y el PM Harper, debido a la promesa hecha por el mandatario en la campaña electoral del 2011.

Harper había prometido que, de ganar las elecciones, implementaría un plan de reducción de impuestos familiares tan pronto fuera eliminado el déficit fiscal en el 2015, en que habrá elecciones federales.

El ofrecimiento del PM, que buscaba repetir en el 2011, contemplaba como beneficiarios del plan a parejas matrimoniales con ingresos sobre los $50 mil dólares y con hijos menores de edad, pudiendo recibir un reembolso per cápita de $3,000 o más, una vez presentada de manera separada la declaración del impuesto sobre la renta, aunque uno de los dos no trabajara, dependiendo de los ingresos del otro.

El ex ministro de Finanzas descartó el plan del PM porque los beneficios abarcaban al 15% de dichos matrimonios, mientras que el restante 85%, con ingresos inferiores a los $50 mil y con hijos no adultos recibiría en reembolso entre $500 y cero.

El desacuerdo se hizo público cuando el 11 de febrero del 2014 Flaherty introdujo el presupuesto en el Parlamento y, fuera del hemiciclo, llamó para rueda de prensa el día siguiente en la que manifestó su oposición a dicho plan.

Con sus declaraciones, cavó su fosa política, “renunciando” del gabinete el 17 de marzo, que evidenció la división interna en el gobierno y en el PC, con miembros destacados que criticaban a Flaherty y defendían a Harper, entre ellos, el entonces ministro de Inmigración Jason Kenney y el presidente del Tesoro Tony Clement.

A un año del incidente, y enterrado Flaherty política y físicamente, aparentemente las rivalidades han vuelto a aflorar entre los conservadores.

La renuncia sorpresiva y abrupta partida del ministro de Relaciones Exteriores John Baird el pasado 3 de febrero precipitó el reordenamiento del alto nivel del gabinete de Harper, quien el siguiente lunes 9 nombró en reemplazo de Baird, sin previo aviso ni fanfarria, a Rob Nicholson, quien ocupaba la cartera de Defensa. A Jason Kenney, en Defensa, dejando el ministerio del Trabajo y manteniendo el de Multiculturalismo. Y a Pierre Poilievre, en el del Trabajo, manteniendo el de Reforma Democrática.

Cabría preguntarse: ¿qué ocurre dentro del PC? ¿Se profundiza la división interna de ese partido?

A la par del reordenamiento ministerial se produjo el pasado lunes 9 la renuncia sorpresiva de la parlamentaria conservadora por Mississauga-Brampton South, Eve Adams, quien pasó a la bancada liberal de Justin Trudeau.

Adams alegaba como causa de su renuncia el desacuerdo con el método seleccionado por su partido para distribuir los beneficios del plan de reducción de impuestos familiares, anunciado por Harper el pasado 30 de octubre y que la parlamentaria lo había convertido en el centro de su campaña electoral como candidata del PC en las elecciones del 2011.

Pero en el fondo se trataba, según se alega, de una prohibición del PC de no lanzar su candidatura en las próximas elecciones federales, debido a la conducta “inapropiada” exhibida al querer forzar supuestamente su nominación para el nuevo distrito electoral federal de Oakville-Burlington.

¿Es el cambio de bancada producido por Adams una señal de mayor división en el PC, tomando en cuenta la partida, sin motivo claro, de John Baird? ¿Seguirán las renuncias y el cruce de alfombra?

La hermética represa del PC tuvo su primera fisura, no bien reparada, con la “renuncia” de Flaherty. La salida brusca de Baird y el cambio de bancada de Adams aparentemente la han resquebrajado aún más.

 

*Francisco Reyes puede ser contactado en reyesobrador@hotmail.com

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