La actualización fiscal hecha la semana pasada por el ministro federal de Finanzas, Joe Oliver, indica que el gobierno conservador no alcanzará la meta económica que se había propuesto para el 2015.
Más que actualización financiera, algunos analistas consideran que se ha tratado de una táctica política del ministro de Finanzas para justificar el fracaso de sus predicciones de un elevado superávit que permitiría al gobierno federal aplicar un plan de reducción de impuestos en el año venidero.
Consideran además, que ha sido una forma de empezar a calentar el ambiente político de la campaña electoral del próximo año, en que habrá elecciones federales programadas para el 19 de octubre, y convencer a los electores de votar por el Partido Conservador como única opción de cambio.
El tema central de la actualización económica fue el paquete de reducciones de impuestos a las familias, como lo había prometido el primer ministro durante la campaña electoral del 2011 y que aplicaría en el 2015, una vez eliminado el déficit fiscal.
A pesar de que no se logrará el superávit pronosticado, el 30 de octubre Harper cumplió su promesa electoral y puso en marcha, entre otras medidas, el Plan de Reducción del Impuesto Familiar (Family Tax Cut) que permite a las parejas matrimoniales con hijos menores de 18 hacer por separado la declaración del impuesto sobre la renta (Income Tax), con lo que recibirían reembolsos individuales sobre los $3,000 dólares.
Sin embargo, dicho reembolso es aplicable sólo a las familias cuyos ingresos estén por encima de los $50,000 dólares, mientras que los esposos con ingresos por debajo de esa suma y con hijos menores de 18 años recibirían entre cero y $500.
Se trata de que sólo un 15% de las familias canadienses “son merecedoras” de esa dádiva gubernamental, mientras que el restante 85%, que va de las clases medias a las más necesitadas, tendrán que conformarse con nada o casi nada.
Con un déficit fiscal de $2.9 billones, el “cacareado” superávit que el gobierno había anunciado en febrero alcanzaría en el 2015 se verá reducido a $1.9 billones, dos tercios menos de lo estipulado.
El paquete de reducciones de impuestos, incluyendo el “Family Tax Cut”, costará a Ottawa $4.6 billones al año, por lo que las arcas federales quedarán vacías mucho antes de que se inicie la campaña electoral.
La promesa de Harper en la campaña del 2011 había producido desde su anuncio el descontento en ciertos sectores sociales y económicos canadienses. Dividió a la alta dirigencia del Partido Conservador y, tan pronto entre en vigencia, ampliará aún más la brecha entre ricos y pobres.
El fenecido ex ministro de Finanzas Jim Flaherty fue quien más abiertamente expresó su desacuerdo con el primer ministro Harper, hecho que le costó su cargo en el gobierno, al tildar de “injusto” el plan de reducción del impuesto familiar, reiterando que beneficiaría sólo a los matrimonios con ingresos muy por encima del promedio general.
La comparecencia de Oliver ante altos representantes de negocios en Toronto puso al descubierto, como muchos se quejan, el favoritismo del primer ministro con un sector pudiente que apoya a su partido y el menosprecio por las clases trabajadoras de Canadá.
Los líderes de la oposición, Justin Trudeau (Liberal) y Tom Mulcair (NDP), se han pronunciado en contra de la decisión gubernamental alegando respectivamente que el dinero pudo haber sido empleado en un programa nacional que beneficie a la niñez y como ayuda a resolver, entre otros problemas, el del transporte público a lo largo del país.
Mientras Trudeau prometió que, de llegar al gobierno, eliminará el “Family Tax Cut”, Mulcair ha asegurado que presionará en el Parlamento para que el gobierno lo modifique con el fin de “ayudar a más contribuyentes”.
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