Los asesinatos recientes en Siria de los periodistas independientes James Foley y Steven Sotloff demuestran que esa profesión continúa siendo altamente riesgosa alrededor del mundo.
Los autores de esas atrocidades se valen de los métodos más violentos para cegar la vida de los trabajadores de la prensa.
Foley y Sotloff fueron decapitados el 19 de agosto y el 2 de septiembre, respectivamente, por miembros de la organización extremista Estado Islámico de Iraq y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés) que buscan crear en territorios de esas dos naciones un califato al estilo del Talibán en Afganistán. Su ejecución, tras haber permanecido como rehenes durante largos meses, es en represalia por la política de su país contra los extremistas religiosos en el Oriente Medio.
Estas muertes se suman a las de los periodistas asesinados mediante otros métodos violentos que abarcan la tortura, la estrangulación, disparos con armas de fuego a quemarropa o desde vehículos en marcha, la colocación de artefactos explosivos, así como el linchamiento con puñales.
De acuerdo con cifras facilitadas por Reporteros Sin Fronteras, la Federación Internacional de Periodistas y otras fuentes informativas, en lo que va del año han sido ultimados más de sesenta miembros de la prensa.
Siria es el país con mayor número de asesinatos de periodistas, con un total de 11 homicidios desde el 9 de enero al 2 de septiembre de este año. En Palestina, ha habido siete muertos por diferentes causas, agravadas por el conflicto con Israel.
En Ucrania, grupos armados que intentan anexar el país a Rusia, entre otros autores, han asesinado a 5 periodistas.
Afganistán, Iraq y Filipinas registran 3 muertes per cápita En Egipto, Libia, India Rusia y Somalia, un muerto por cada nación. En la República Central Africana (2) y en la República Democrática del Congo, uno.
La situación de inseguridad de los periodistas en América Latina sigue siendo motivo de preocupación para los sindicatos de periodistas del continente y para la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), entre otras organizaciones similares.
Estos homicidios se iniciaron el 6 de febrero, con la muerte en Brasil Santiago I. Andrade, del programa Bandeirentos. También fue abatido Pedro Palma, de Panorama Regional, el 13 de febrero.
En México, Gregorio Jiménez de la Cruz, de Notisur, fue ultimado el 11 de febrero. Jorge Torres Palacios, periodista del gobierno municipal de Acapulco, fue abatido el 2 de julio. El reportero Nolberto Herrera murió acuchillado en su domicilio el 31 de julio. Octavio Rojas Hernández, el 13 de agosto.
En Colombia, Yonny Steven Caucedo, de TV Noticias, asesinado el 19 de febrero, y Luis Carlos Cervantes, de Radio Morena, el 12 de agosto.
Honduras sigue siendo uno de los países más inseguros para el ejercicio de la Prensa en la región, con siete asesinatos. El más reciente es el de Neris Francisco Soto, del programa “Cuarto Poder”, en Radio Full FM, el 14 de agosto.
El periodista Fausto G. Alcaraz, de Radio Amambay, cayó abatido el 16 de mayo en Paraguay.
En El Salvador los asesinatos de periodistas se han reducido casi a cero en los últimos tres años. Hasta la fecha, sólo se ha registrado el asesinato del camarógrafo Carlos José Orellana, del Canal 99, en Santiago de María, Usulután, el 12 de julio.
El periodista Donny Buchelli Cueva, de Más Radio, fue ultimado el 8 de julio en Perú, varias semanas después de que el periodista Yofré López Sifuentes se salvara de un atentado con explosivos en su residencia, el 9 de mayo.
En la República Dominicana, el camarógrafo y editor Néstor González, de los canales 25 y 29 de Santiago, fue acribillado el 1 de julio. Tres días antes, Pedro Fernández, corresponsal de El Nacional, había sufrido un atentado con armas de fuego.
Como los lectores podrán notar, los trabajadores de la prensa realizan sus labores bajo una atmósfera de inseguridad y los autores de la violación a la vida y otros derechos esenciales del ser humano no podrán impedir con sus bestialidades y amenazas amordazar la verdad.
Estos crímenes exigen de los gobiernos crear las condiciones mínimas para el ejercicio de la profesión.
En lo que respecta a los asesinatos en Oriente Medio, el presidente de EE.UU. Barak Obama ha respondido con la creación de una fuerza multinacional para aplastar a los extremistas islámicos, Canadá también ha decidido participar en esa operación.
Sin embargo, ¿es esa la mejor solución para erradicar a los asesinos de periodistas? No lo sabemos. Pero sí es necesario frenar a los enemigos de la libertad de expresión para que no sigan cegando la vida de quienes tienen la responsabilidad de mantener informadas a todas las naciones del mundo.
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