OSCAR VIGIL / TORONTO /
La palabra se hizo verso y el verso se convirtió en prosa, y con la prosa llegó la poesía, una poesía que iluminó la noche, transportando a los asistentes a la magia de Republica Dominicana. Así fue como se vivió el fin de semana la velada organizada por tres poetas dominicanos, ansiosos por mostrar que su isla no es sólo buena para “la pelota, el merengue y la bachata”.
Esto lo dejó bien claro desde el principio Jose Toribio, escritor, poeta, declamador, adulador de lo bueno, de lo malo y de lo feo de su país y de su propia existencia, porque de todo hay en todas partes y en todas las vidas.
Comenzó contando historias de su infancia en República Dominicana, en aquellos remotos años lejos de Internet y de la tecnología, del mundanal ruido de los tiempos modernos, que por tanto permitían el pleno contacto humano y con la naturaleza. Y la sensibilidad de su poema “Recuerdos”, que rememora precisamente los hermosos recuerdos de sus primeros años en los campos de su madre patria, transportaron a los amantes de la literatura hasta la tierra de la poesía, pero también de la pelota, del merengue y de la bachata.
“Poema de Amor” fue otro de los primeros trozos literarios leídos por Jose Toribio, de hecho, uno con el cual siempre logra arrancar sentidos suspiros a Maria, el amor de toda la vida.
Fue la noche del “Recital de Nueva Poesía Dominicana”, el cual se llevó a cabo en las instalaciones de Casa Maíz, en la zona noroeste de la ciudad, y donde al igual que Jose Toribio participaron también los poetas canadienses de origen dominicano Puro Tejada y Francisco Reyes.
Puro Tejada Martínez es un escritor, gestor y periodista cultural, autor de las obras “Sangre de Viento” “Un latido en las tinieblas”, esta última de poesía, y co-autor de la selección de cuentos del caribe “Estancias del Sol”.
Puro Tejada es el creador del espacio literario virtual “Poesía Dominicana Actual”, y es miembro activo del Spanish Reading Circle de la Toronto Public Library, así como también del Centre for Spanish Speaking Peoples.
“Necesitó dos ataúdes: uno para él y otro para su lengua”, reza un refrán popular dominicano, y con esa lógica, Puro Tejada escribió el poema “Lengua Nuestra”, que fue uno de los primeros que leyó esa noche:
“Vino con la lengua el hombre / como todos sus instrumentos naturales: / para hacerle crecer / volver al inicio divino / hacerle dulce el paladar / con palabras sagradas. / Pero el hombre / -engañado una vez por bífidos sentidos- / ha vuelto su músculo / máquina interminable de destrucción / sastre para la muerte / agudo artefacto para la mentira. / Observa tú la tuya / revisa sus filos y amores ocultos / no vaya a ser que después / sea tasada / separada de ti / y te delate eternamente.”
Francisco Reyes, por su parte, fue profesor de Gramática y letras Castellanas en una de las escuelas secundarias de Santiago de los Caballeros, ciudad donde reside parte de su familia, y fue asistente de profesor en la hoy Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, donde estudió Filosofía y Letras.
Ha realizado cursos de periodismo en Canadá así como de turismo cultural.
Trabajó como columnista y corrector de estilo en el diario La Información de Santiago. También coordinaba el suplemento sabatino de ese periódico. En Toronto ha trabajado en el diario El Popular y ha colaborado con los semanarios Primera Plana, Página1, El Correo Canadiense, El Expreso y la revista bilingüe Alma latina. Actualmente escribe para El Centro News y Revista Debate.
Es además poeta, declamador y presentador, como maestro de ceremonia. Se le considera uno de los precursores de la poesía actual de su país natal. Sus libros están inéditos, pero trababa para llevarlos a la publicación.
La noche del sábado, agradeció a quien fue su maestra de poesía de toda su vida, quien le contó historias tras historias, en una tradición oral que lo formó en las artes líricas dominicanas: su madre, quien acudió a escucharlo.
Leyó “Poesía Robótica”, “La vida es fugaz” y “la alegría de vivir la vida”, entre otras, pero quizás una de las más impactantes fue “Soliloquio de Otoño”, con la cual transportó a los presentes a un recorrido solitario imaginario por uno de los principales ríos de Peterborough, en un momento de profunda reflexión interna como inmigrante en un país extraño. Porque la soledad, la tristeza y el dolor también son fuentes de inspiración para el artista, plantea Reyes.
La noche estuvo plagada de inspiración, de musas, de buena vibra. Fue una noche en la que sin lugar a dudas los tres poetas dominicanos dejaron en un estandarte muy alto las letras del país que los vio nacer, letras llenas de colores y de sentimientos, de esos sentimientos que los latinoamericanos, y en este caso particular los dominicanos, han sabido expresar con sobrada expresividad.
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