Tamales, pupusas, tacos, enchiladas, atoles, elotes, riguas, pan, y muchos platillos más producidos a base de maíz, fueron el menú principal de una celebración que busca rescatar un elemento fundamental de la cultura mesoamericana, que incluso las tradiciones indígenas lo vinculan con la creación de la humanidad.
Cuenta el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas, que los dioses primero hicieron al hombre de barro, pero no se podía sostener; luego lo crearon de madera pero no tenía sentimientos; y que finalmente, cuando poco faltaba ya para que al inicio de la creación el Sol, la Luna y las Estrellas aparecieran sobre los creadores, descubrieron lo que en verdad debía entrar en la carne del Hombre: el maíz.
Fue así que los dioses Yac, Utiu, Quel y Hoh trajeron la comida para la formación del hombre: el maíz blanco y el maíz amarillo, los cuales se convirtieron en sangre y dieron vida a los primeros cuatro hombres creados: Balam-Quitze, Balam-Acab, Mahucutah y Iqui-Balam.
“El maíz está en la sangre de todos los hombres”, dice la historia, y la afirmación podría ser cierta cuando menos en los países de la región mesoamericana, es decir desde México hasta la zona norte de Costa Rica, donde el maíz es el alimento fundamental de la población.
Es por eso que el maíz fue el centro de la celebración el fin de semana en Toronto, donde la tradición culinaria marcó la pauta de la tendencia cultural de un amplio sector de la comunidad de origen latinoamericana.
Con una amplia variedad de platillos típicos elaborados sobre la base del maíz, como tamales, pupusas, atol de elote, riguas, tacos, enchiladas, y mucho más, así como también con danzas típicas de los países latinoamericanos, centenares de centroamericanos celebraron por segundo año consecutivo El Festival del Maíz.
El evento fue organizado por la Asociación Salvadoreño Canadiense (Asalca) y Casa Maíz, y los fondos recaudados fueron destinados para un proyecto de educación para jóvenes de escasos recursos que residen en un remoto poblado al norte de El Salvador, en una comunidad donde precisamente el maíz continúa siendo de los principales productos para el sustento familiar.
Uno de los invitados especiales al evento fue el Embajador de El Salvador en Canadá, Oscar Duarte, quien viajó desde Ottawa para apoyar una celebración que asegura sustenta un aspecto fundamental de la cultura mesoamericana.
“Este tipo de celebraciones nos une, le da continuidad a nuestra identidad, compartimos con canadienses, con nuestros hijos nacidos acá, cuales son los alientos que se hacen a base del maíz. Y el mantener las tradiciones como la danza, la música, el arte culinario a base del maíz, es también la continuidad de las naciones centroamericanas en el exterior”, expresó el embajador Duarte.
En este sentido, dijo que la celebración era muy importante porque en esta se resalta al maíz, que más que ser originario de Centroamérica es prácticamente la base alimenticia de las naciones centroamericanas.
“El maíz se produce y se siembra prácticamente en toda América, pero lo que nos distingue en Centroamérica es que nuestra base alimenticia se deposita en el maíz, porque en nuestros países se come tres tiempos con maíz, desayuno, almuerzo y cena. Lo comemos como tortilla, como pupusas, como atoles, e incluso hay pan que se hace de maíz”, explicó.
Pero además, el embajador Duarte trajo a cuenta que en el pasado, al hablar del maíz se hablaba de su esencia, de todo lo que permitía la producción del maíz, porque a la par de la milpa también se sembraba frijol (aprovechando los bastones de la milpa), se sembraba pipián, calabaza y otras semillas que eran importantes para la dieta de nuestros antepasados.
“Pero el maíz también es parte de la identidad centroamericana, y nos estamos concentrando en este lugar esta noche para apoyar la cultura, la tradición, la continuidad en el uso del maíz. Con gran dificultad aquí se hacen las pupusas, el atol, las enchiladas, y hay como 500 productos a base de maíz que son importantes no solo para la dieta alimenticia de los centroamericanos sino que también para tener esos entremeses exquisiteces que se hacen para compartir con la familia”, apuntó.
Por su parte, Antonio Henríquez, Presidente de Asalca, dijo que la actividad estaba enfocada en dos aspectos: la parte cultural y la recaudación de fondos para el programa de becas en el poblado de Arcatao, en El Salvador.
“El programa de becas está enfocado en jóvenes que están en bachillerato y universidad, a quienes les cubrimos económicamente para útiles escolares, libros y transporte, porque muchos de ellos tienen que viajar desde Arcatao hasta la capital del país para poder estudiar”, explicó.
Agregó que este proyecto de becas lo vienen implementando desde que se creó Asalca en el año 2001, y que para esta ocasión se iba a contar con la presencia del coordinador el programa en El Salvador, que es un sacerdote, pero que por razones de fuerza mayor, llámese no expedición de la visa por parte del gobierno canadiense, este salvadoreño no pudo estar en el evento.
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